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¨Día por día¨

Cada vez que algún raro ciclón batatero conmueve la política dominicana, resalta un rasgo de nuestra cultura: la solidaridad con quien da con sus huesos en chirona.

En un país tan chiquito, todos conocemos a algún preso, preventivo o condenado. Pero la obligación moral de condolerse con el amigo en un trance jamás debería ser más importante que el rechazo a lo mal hecho. Es como el apotegma de rechazar al pecado mas no al pecador.

Purgarse, cortar tumores, enderezar entuertos: ¡imposible sin sufrimiento doloroso! La prensa está ahíta de gritadera y laberínticas explicaciones, por los dolientes de cada apresado por el caso Odebrecht. Conozco varios, incluso desde niños.

No me cabe en la cabeza justificar cómo llegaron a esta situación. Cada imputado que hable y explique, pues luce que los expedientes basados en documentos y confesiones son contundentes.

A mi me indigna que tras pasarse meses pidiendo a gritos combatir la corrupción e impunidad, ahora ciertos inveterados fuñidores rehúsan reconocer mérito alguno al proceso judicial. ¡Ñoóoooo! ¡Es lo nunca hecho!

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