De sus seis distintos presidentes con quienes colaboré, uno venía de un país europeo con estricta normativa ambiental que incluye proteger el entorno visual, auditivo y hasta olfativo.
Este caballero no digería la estruendosa bulla y enorme cantidad de vallas, avisos, letreros y afiches en calles, avenidas, plazas y carreteras dominicanas.
Bajo su administración, la publicidad de la empresa desapareció de las calles sin disminuir sus ventas, crecimiento, rentabilidad, prestigio e imagen.
Comunicación, publicidad y mercadeo fluían por otros medios más efectivos.
Recordé esto al leer que el Ministerio de Medio Ambiente se propone la “descontaminación visual en las autopistas”. ¿Y en ciudades?
De repente recordaron que letreros, carteles y propaganda irregulares son un estorbo público e ilegales. Higienizar el horizonte, rescatar pedacitos de cielo, cumplir la ley: ¡ojalá Francisco Domínguez Brito tenga éxito! Las agresiones ambientales también son corrupción.