Un cordial saludo para todos mis queridos lectores.
Desde que nacemos hasta que pasamos a vivir en la vida eterna los seres humanos vivimos en una continua preparación. Nacemos y ya desde pequeños comenzamos a prepararnos para enfrentar la vida. Mas tarde vamos a la escuela, pasamos allí unos cuantos años preparándonos para estudiar una profesión o un oficio. Nos preparamos para el matrimonio, para esperar a nuestros hijos, para comprar una casa y así nos vamos a lo largo de nuestra vida preparándonos para todo.
Nosotros, si vamos a tomar unas vacaciones desde meses antes estamos preparándonos para la misma. Nos preparamos para hacer un viaje y si vamos a salir fuera de nuestro país comenzamos a preparar las maletas dos semanas antes y a veces mucho más. Ponemos en las mismas tanta ropa que a veces regresan a nuestros hogares igual que las llevamos pues no las utilizamos.
Ya muchos de nosotros nos estamos preparando para las fiestas Navideñas. Las tiendas están abarrotadas y mientras más nos acerquemos al día de Navidad más personas encontraremos en las mismas comprando los regalos y juguetes. Los supermercados comienzan a anunciar los artículos comestibles que se utilizaran para la noche de la fiesta navideña, comenzamos a invitar a nuestros familiares y amigos para que vengan a cenar con nosotros en esa noche.
Pero hay una sola cosa para la cual muchos de nosotros no nos preparamos y es la más importante de nuestra vida, y es para la venida de nuestro Rey y Salvador, para el nacimiento del Niño Jesús. Ese es el verdadero sentido de la Navidad. Estoy convencido que debemos estar contentos, pues celebramos la venida de Jesús. Pero lo que no creo es que debemos basar la Navidad en solamente poner un árbol muy bien alumbrado y muy lleno de regalos, muchas luces de colores en nuestros hogares, fiestas y comelatas. Veo con gran tristeza como el Niño Jesús en muchos árboles de Navidad esta tan cubierto de regalos que casi ni se puede ver, o a veces es tan pequeño que casi ni se distingue.
Si nuestros árboles son grandes o pequeños, si están muy alumbrados o poco, eso no importa, si tienen muchos regalos o pocos, eso es irrelevante, si hacemos una gran cena con nuestros familiares y amigos o una cena modesta con nuestros familiares más íntimos, eso no tiene relevancia alguna, lo cierto es que nuestro Señor Jesús hecho Niño va a nacer, y para ese nacimiento tenemos que estar preparados.
Comenzamos el tiempo de Adviento, un buen tiempo para esa preparación, un tiempo de cambio, Tiempo que nos da la oportunidad para limpiar nuestro corazón y prepararlo para que el mismo sea como ese pesebre de Belén donde el Niño Jesús pueda nacer. Aprovechemos este tiempo, que no lo perdamos totalmente en preparar regalos, fiestas y comelatas con las cuales quedamos extenuados, tenemos que tener un equilibrio, como dijo Jesús: “Dadle al Cesar los que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”
Preparémonos desde ahora para ese gran día en que además de tener una gran fiesta viviremos el nacimiento de nuestro Niño Jesús Salvador del mundo.
Termino con esta lectura tomada del Evangelio de San Lucas, Capitulo 2, Versículos del 4 al 7, y dice así: “José que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue”.
Hasta la próxima muchas bendiciones para todos y una feliz Navidad muy llena del amor del Niño Jesús.