Follón inoloro

El presidente de la JCE, aparte de despedir justificadamente a su director de informática, no explica nada a sus colegas ni pide excusas a la opinión pública, como que el follón fue sólo en Yamasá. Al final del día, seguimos en nuestro fluido discurrir del “nada es nada”. ¡Ay! La ley! 

El esperado informe de la OEA desencantó a casi todos quienes esperaban que incluyese un dedo acusador contra alguno de los actores fuera de la propia JCE. Las teorías de conspiración detrás de las denuncias de fraude, tan estrambóticas como sus proponentes, lucían desde antes iguales a las patadas del que se ahoga por falta de votos, el oxígeno de los candidatos.

Pero es patético cómo nadie con suficiente autoridad moral toma el toro por los cuernos para darle satisfacción al pueblo, cuyos derechos fueron abusados y su dinero malgastado. Cada partido usa el informe para desentenderse de alguna responsabilidad, si es que dicen algo, pero los forzadores –verdes y vinchos— ni jí dicen, después de ser los mas rebuseros.

El presidente de la JCE, aparte de despedir justificadamente a su director de informática, no explica nada a sus colegas ni pide excusas a la opinión pública, como que el follón fue sólo en Yamasá. Al final del día, seguimos en nuestro fluido discurrir del “nada es nada”. ¡Ay! La ley!