Mala canana

Creo en la honestidad de Tony, cuyos mayores dejaron negocios y propiedades que conoce la DGII. El Congreso tiene muchos merecedores de escarnio más dignos de escándalo que el papá de Faride. 

Desde hace décadas, ser legislador en la República Dominicana representa una serie de ventajas y beneficios que sin ser ilícitos lucen irritantes. Por ejemplo, tienen un sistema de pensiones distinto al común; reciben un “barrilito” para financiar su politiqueo; y también exoneraciones, que permiten a veteranos políticos, sin conocida actividad empresarial, andar montados en Bentleys, Ferraris o Maybachs como si fuesen realeza europea adinerada.

Faride Raful hace unos años, recién llegada al Congreso, denunció que permitirles a legisladores negociar esas facilidades aduaneras es incorrecto, pero diputados y senadores no han hecho nada para corregirlo. Ahora, con selectiva saña deslucida, los habituales furibundos de las redes procuran avergonzar a Faride señalando que su padre, el poeta Tony Raful, diputado dominicano ante el Parlamento Centroamericano, importó un carro de RD$5 millones, “en medio de la pandemia” pero comprado hace ocho meses.

Creo en la honestidad de Tony, cuyos mayores dejaron negocios y propiedades que conoce la DGII. El Congreso tiene muchos merecedores de escarnio más dignos de escándalo que el papá de Faride.