Con tantos temas gordos sin manteca, como varias denuncias de corrupción actual, procesos judiciales por corrupciones de ayer y antes de ayer, rebrote del virus y nuevos abusos policiales, me da con referirme a una metáfora callejera de la vida pública dominicana: el desastroso tendido público de redes de telecomunicaciones y distribución eléctrica en Santo Domingo.
Sería fácil pero quizás injusto señalar un solo culpable, pues las compañías privadas ponen sus redes y seguramente cumplen con lo que las autoridades les exigen al hacerlo. Pero el desorden es apabullante. Algunas empresas sustituyen viejos cables de cobre por fibra óptica sin molestarse en retirar los obsoletos. El INDOTEL, la moribunda CDEEE, la Superintendencia de Electricidad, el Ayuntamiento o alguna autoridad debe ocuparse de uno de los aspectos más feos del desorden urbano en la capital dominicana.
La cuestión no es sólo estética. Me dirán que esto no es prioritario, pero siempre hay otra cosa para justificar no ocuparse de los detalles que diferencian una sociedad orgullosa y los arrabales, morales y físicos.
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