Abinader grita más que plañideras de entierros de pobres porque el Gobierno dizque no lo deja ayudar a combatir el Covid-19. Nadie de quienes han aportado muchísimos millones de pesos ha encontrado tantos escollos como el pobre Luis.
Su mala suerte es proverbial. Mientras su esposa tuitea como un canario quejándose porque no la dejan aplicar pruebas rápidas, su tocaya Raquel Peña, candidata vicepresidencial, admite que las han usado en su carpa en La Vega, contrariando protocolos de Salud Pública. No sólo son problemáticas sus acciones cuando sus cuatro niñas lo dejan salir de casa. Sus ideas también demuestran un defectuoso modo de proponer soluciones.
Primero fue la locura de sugerir usar cruceros para alojar a los infectados. Después, pedir al Gobierno comprar, hace un mes, futuros de petróleo, cuando la incertidumbre apuntaba a mayores rebajas de precio, como ocurrió con el desplome de ayer. De hacerle caso, habríamos perdido una enormidad de dólares necesarios para urgencias sanitarias; ¡y Luis estaría despotricando! ¿Para eso pide reunirse con un Gobierno que desacredita?
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