Una de las razones por las que es difícil creerles a los políticos, no importa de cuál partido sean, es porque casi nunca sus propias acciones proselitistas son tan pulcras como exigen a sus adversarios. Los que están en contra son bandidos, corruptos e ineptos hasta que te pican un ojo porque quieren cambiar de bando y ofrecerte su hato de votos, como los caudillos cuando Concho Primo que andaba cada uno con su propio pequeño ejército.
El notorio cacique del este, Amable Aristy Castro, necesita agenciarse nueva vez la senaduría a la que tantas veces ha sido electo (para renunciar y darla como provento a algún pariente). Esta vez en Higüey dicen que la necesita para blindar a su hija Carina, quien perdió la alcaldía y teme una defenestración por auditoría. Pero si Amable gana y renuncia dizque quiere “devuelta” la Liga Municipal, porque debe ocuparse de alguito.
El PRM está por recibir a Amable tras divorciarse del PLD, pero esos bréjetes pasionales casi nunca terminan bonito. ¿Qué dirá Tatica?
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