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104 años del nacimiento de Mario Benedetti: su influencia literaria y cinematográfica

Grandes obras

Este aniversario y el medio siglo del estreno de “La tregua” invita a una mirada retrospectiva de la gran obra del escritor uruguayo, de su vigencia y el impacto que tuvo y tiene en la cultura argentina.

Mario Benedetti. Foto fuente externa.
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Redacción internacional.- La Fundación Mario Benedetti organizó en el año 2023 un concurso literario internacional de libros de cuentos al que pudieron presentarse todos aquellos que escriban en español cualquiera fuese su lugar de residencia y nacionalidad. La convocatoria tuvo mucha repercusión y se recibieron más de doscientos volúmenes para competir por el premio que constaba de una suma de dinero y el compromiso de la Fundación de realizar las tratativas posibles para su publicación.

Un jurado de destacados escritores de nuestra lengua tuvo a su cargo esta difícil tarea: Claudia Piñeiro de Argentina, Mercedes Estramil de Uruguay y Antonio Muñoz Molina de España, decidieron otorgar este premio al libro Cenizas en el viento, del escritor argentino Guillermo Mac Kay que en este mes será lanzado al mercado de la región por la editorial EMECE.

De este modo, los lazos que unen al escritor uruguayo con Argentina se renuevan en un año en el que se cumplen dos aniversarios muy relevantes en esta especial y única relación entre una personalidad de la cultura uruguaya con Argentina.

El 1° de agosto de 1974 se estrenó en las salas de cine de todo el país La tregua y un par de meses después en Uruguay, pese a la censura que la dictadura uruguaya impuso al escritor. El guión fue escrito por Aída Bortnik, gran figura de nuestra cinematografía no suficientemente recordada en la actualidad, y el debutante director Sergio Renán. El origen del filme tiene una historia particular porque nace de una primera adaptación realizada para el programa de televisión Las grandes novelas, ciclo televisivo que estaba dedicado a difundir obras relevantes de la literatura universal. Todas las semanas se elegían obras célebres de Balzac, Chejov, Dostoyevsky, Flaubert, Maupassant, Stendhal, Wilde o Zola. Y cuando tocó turno a las contemporáneas se eligió La tregua de Mario Benedetti, uruguayo que ya estaba muy difundido en la década del 60 que fue la del boom de la literatura latinoamericana y de la narrativa argentina, con muchas editoriales que imprimían miles de ejemplares de cada título, en una época en la que leer daba prestigio.

Según contaba Sergio Renán, un gran productor de cine argentino anoticiado de su éxito en la televisión le ofreció debutar en cine y él le propuso La tregua con el elenco de la emisión televisiva. El proyecto no entusiasmó al empresario pero este rechazo no redujo el ímpetu de todo el equipo para llevar adelante el desafío que es siempre el rodaje de una película.

Dos mujeres que hasta ese entonces sólo habían incursionado en la dirección de arte y vestuario de algunas películas muy próximas, decidieron arriesgarse y adelantar el capital para producir el filme. Rosita Zemborain y Tita Tamames con su osadía hicieron posible la realización de la obra con sus protagonistas de la televisión, a los que se sumaron los nombres de la entonces recién instalada en Argentina, China Zorrilla, más Norma Aleandro en un rol de dos secuencias y Luis Brandoni como el hermano mayor de la familia de Martín Santomé, protagonista de la ficción, que en su original literario es un diario de vida.

Un filme que significó para muchos de sus integrantes uno de los primeros peldaños de carreras estelares en el audiovisual iberoamericano, que hoy constituye un conjunto de estrellas porque a los ya nombrados se suman los nombres de la pareja protagónica: Ana María Picchio y Héctor Alterio, más Marilina Ross, Antonio Gasalla, Oscar Martínez, Walter Vidarte, Hugo Arana, Carlos Carella, Cipe Lincovsky, Aldo Barbero, Luis Politti o Lautaro Murúa.

La película contó también con el empuje de un joven distribuidor, Bernardo Zupnik, que pese a no encontrar cabida en el primer circuito de cines porteños, pude distribuir en muchas salas de la ciudad y el país esta pequeña película que se convirtió en uno de los más grandes éxitos de la historia del cine argentino.

Mario Benedetti autorizó la adaptación de la novela frente a la buena impresión recibida por el programa televisivo, aunque luego del estreno tuvo reparos con el traslado de ciudad y época que se habían introducido en el original, pues la película ubica la acción en el Buenos Aires de 1974 y tiene en el tono de las situaciones, en el espacio sonoro, un clima muy porteño, lejano de la rotundamente montevideana novela.

La película participó de la sección “Nuevos realizadores” del Festival de San Sebastián y finalmente fue la primera obra sudamericana hablada en español nominada al Oscar en la sección “Mejor film hablado en idioma extranjero”. Un episodio muy particular porque un operaprimista de una cinematografía periférica compitió con obras de madurez de dos grandes realizadores europeos como Federico Fellini y Louis Malle, integrantes del Olimpo cinematográfico del momento y de la historia del cine. La ganadora del Oscar fue la recordada Amarcord de Federico Fellini. La obra de Malle se basa en un guión del escritor francés ganador del premio Nóbel Patrice Modiano.

Así quedó sellada la estrecha relación de Mario Benedetti con la cultura argentina. Quiénes no leyeron la novela pudieron ver su versión cinematográfica que luego fue emitida por los canales de televisión y hoy se encuentra en plataformas, en versión magníficamente restaurada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Argentina.

Esta retroalimentación entre cine y literatura que los estudiosos suelen cuestionan por la diferencia del código simbólico en ambas expresiones, tiene ejemplos virtuosos y La tregua es uno de ellos. Más allá de los cambios de ciudad y época, la película mantiene en el conflicto existencial de su protagonista, en la tristeza inconmensurable de su desenlace una fidelidad al texto, que justifica que comparta su nombre. Para el crítico y cineasta argentino Sergio Woolf es un excelente ejemplo de eficaz transposición de una obra literaria al cine.

Las productoras de la película no dejaron pasar el éxito y al año siguiente produjeron un filme en episodios, Las sorpresas, basados en tres cuentos de Mario Benedetti. Este filme no tuvo igual repercusión que La tregua pero se destaca por dos hechos significativos: es el debut en dirección de Luis Puenzo, ganador del Oscar por La historia oficial una década después e incluye una de las mejores obras del celebrado cineasta Alberto Fischerman, con el episodio inspirado en “Los pocillos”, magníficamente interpretado por Norma Aleandro, Emilio Alfaro y Lautaro Murúa.

Otro mojón en la relación de Mario Benedetti con la cultura argentina, lo constituye el estreno en el primer año de la transición democrática de la versión cinematográfica de su novela Gracias por el fuego. Nuevamente Sergio Renán decide recurrir a las ficciones literarias del escritor uruguayo para iniciar el período de cine sin censura que significó la abolición de todas las leyes que la imponían por ley del Congreso.

Renán convocó nuevamente a un elenco de excelentes intérpretes: Víctor Laplace, Bárbara Mujica, Lautaro Murúa, Graciela Duffau, Dora Baret y Alberto Segado –en uno de sus pocos roles para la pantalla- pusieron su talento para encarnar los personajes ideados por el escritor y la película se estrenó el 5 de abril de 1984.

Cincuenta años del estreno de La tregua, cuarenta años de Gracias por el fuego, son jalonados en el año 2024 por la edición del libro de cuentos ganador del concurso literario Mario Benedetti por el escritor argentino Guillermo Mac Kay. Estos hechos son los mojones de una fluida relación que se mantiene desde hace seis décadas entre las creaciones del escritor uruguayo y la cultura argentina. Palabras, imágenes, sonidos que forman un espacio de encuentro común.

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