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Santa Claus, con mascarilla... ¡ofrézcome!

Indiscutiblemente, en cada hogar y comunidad hay un Santa Claus, alguien dispuesto a darnos regalos que nos hagan sonreír, a hacernos feliz; deberíamos buscarlo con cuidado y protegerlo con mascarilla de los males del entorno en estas navidades y siempre; pero no solo pongamos mascarilla al cuerpo.

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Se acercan las navidades; en esta época cada nación tiene sus tradiciones y leyendas y aunque Santa Claus es solo uno, la forma de llamarlo varia de un país a otro, Papa Noel, San Nicolas, etc..; con larga barba blanca, cambia poco su traje rojo; y reparte regalos en Nochebuena.

Tengo que reconocer que en nuestro pais, la gente es ingeniosa, simpática, con sentido del humor; con increíble capacidad de sacar alegría de los momentos de tristeza; de sacar esperanza y luces de la desolación y el dolor. En medio de la pandemia del coronavirus que azota el mundo, que enferma y se ha llevado seres queridos, nos preparamos para disfrutar de la navidad, del nacimiento de Jesus, el hijo de Dios.  Los adornos navideños, con sus luces y colorido, se observan por doquier, en las calles, tiendas, edificios, etc. y hasta la música cadenciosa se escucha, levantando el ánimo: “llego Juanita y dijo que no volvía”.

Hoy, estuve en una impresora; tienen un arbolito y adornos navideños decorando el lugar; pero lo que llamó mi atención fue observar que, a Santa Claus, le pusieron una mascarilla ¡ofrezcome! ¿Y esto?, les pregunte.Tenemos que protegerlo del coronavirus, me respondieron. Todos reímos, pero de inmediato pensé que es buena idea ponerle la mascarilla; es una forma de seguir educando la población sobre la pandemia; precede recordar que no debemos descuidarnos en medio de la fiesta de navidad.

Me encantó ver a Papa Noel con su gorro, pero con   la barba y bigotes, cubierto por lamascarilla; lucia simpático. Ojalá no sea necesario ponérsela al hijo de Dios en el pesebre; que para esa fecha el ambiente este despejado y el mundo pueda volver a la normalidad, a la calma. Añoro que se hayan aprendido las lecciones que se derivan de esta pandemia, de este pellizco divino; es un recordarnos a Dios Todopoderoso; un decirnos que en un momento dado el mundo puede cambiar; que los seres humanos somos iguales, con cuerpo y alma; que más importante que lo material es la paz espiritual; que pensemos en el prójimo.

Indiscutiblemente, en cada hogar y comunidad hay un Santa Claus, alguien dispuesto a darnos regalos que nos hagan sonreír, a hacernos feliz; deberíamos buscarlo con cuidado y protegerlo con mascarilla de los males del entorno en estas navidades y siempre; pero no solo pongamos mascarilla al cuerpo, debemos ponerle mascarilla al alma, para que no entren males ; cuidemos nuestro interior, imitando a Jesus, el hijo de Dios,en estas navidades y siempre.

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