Barcelona (España).- Un total de 250 días de viaje espacial en microgravedad serían necesarios para llegar a vivir en una de las cinco ciudades autosostenibles en Marte que ha diseñado un equipo de científicos españoles integrados en la red internacional SONet, un equipo de profesionales que se han unido para proyectar hábitats fuera de la tierra.
Nüwa es el nombre de la ciudad capital de este proyecto que la Mars Society ha elegido como uno de los diez modelos más factibles según criterios científicos, técnicos, económicos, arquitectónicos y sociales en un concurso convocado el año pasado y para que el se presentaron 175 modelos de ciudad en el planeta rojo.
«Cada ciudad acogería a unas 200.000 personas y cada una de ellas estaría cerca de los recursos específicos que se pueden explotar», explica a EFE la ingeniera Gisela Detrell, miembro del equipo que ha diseñado la ciudad marciana: «Se especula que en el polo norte puede haber más agua y en el ecuador ciertos materiales interesantes».
La ciudad estaría construida en vertical, en la ladera de un acantilado, una idea pensada para proteger a los habitantes en un planeta en el que el nivel de radiación es más elevado que en la Tierra: «También hay que tener en cuenta que la diferencia de presión entre interior y exterior es enorme, por lo que los materiales de construcción tienen que ser robustos».
Todo esto en un planeta cuya gravedad es un tercio de la de la Tierra, un problema que tiene que considerar el diseño de la ciudad y que hará necesarios techos más altos, «porque podremos saltar más y nuestra forma de andar será distinta».
La idea de los científicos es que la ciudad sea completamente autosuficiente y que tanto los materiales que se utilicen en la construcción de las infraestructuras, como el agua y la alimentación, basada en insectos, algas y carne producida ‘in vitro’, han de producirse en el propio planeta.
«No tenemos que hacer magia», resalta Detrell, que explica que no hay nada de lo propuesto en estas ciudades que no se pueda hacer con las tecnologías con las que ya contamos o están en desarrollo.
La experiencia más parecida a la vida en otro planeta es la de la Estación Espacial Internacional, a apenas 400 kilómetros de la Tierra, donde viven seis astronautas de forma permanente y consiguen reciclar el 90 % del agua que utilizan, aunque la comida se envía en su totalidad desde la Tierra.
Por este motivo para esta ciudad marciana se han pensado nuevas formas de alimentación y la introducción de agua en el sistema para que circule como ocurre en la Tierra y poder extraerla de la atmósfera, aunque en un primer momento habría que enviar grandes cantidades de líquido al planeta porque serían necesarias ocho toneladas por persona.
Del mismo modo, para producir oxígeno serían necesarios 100 metros cuadrados de plantas por persona, una cifra muy elevada pero que se aleja muchísimo de los 7.000 metros cuadrados por humano que hay actualmente en la Tierra.
«Hemos pensado en algas que no solo sirvan para producir oxígeno, sino también para reciclar el agua y que nos las podamos comer», cuenta Detrell.
Se tardarían unos 50 años en construir estas ciudades que en un primer momento serían muy dependientes de la Tierra pero con el paso del tiempo se convertirían en una sociedad completamente independiente y con una gobernanza propia.
La científica apuesta por una ciudad interesante donde la gente quiera ir a vivir e imagina que mediante la compra del billete a esta ciudad marciana «te desprendes de todo lo que tienes y a cambio no solo se te garantiza el transporte a otro planeta, sino que también todo lo que vas a necesitar, incluso oxígeno y agua».
«Llegará un momento en el que también en Marte habrá que frenar el crecimiento», apunta, y es que el planeta rojo puede albergar un máximo de 100 millones de personas, un 1,3 % de la población actual de la Tierra.
Detrell destaca que «toda investigación que hacemos en el espacio nos ayuda en el día a día en la Tierra» y aplaude que «millonarios arriesguen mucho dinero para hacer avanzar la tecnología, aunque para ellos parezca que es un juego».
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