Redacción internacional.- El 20 de septiembre, Robert Brians fue sentenciado oficialmente a 31 años de prisión en la Corte Superior de San Diego por sus delitos de intento de asesinato, abuso infantil, secuestro, violencia doméstica y robo, tras lanzar intencionalmente su camioneta desde un acantilado con sus dos hijas gemelas a bordo en 2020.
En la audiencia de sentencia, la jueza Joan Weber confirmó la gravedad de los cargos e impuso una orden de protección de 10 años que prohibía cualquier tipo de contacto entre Brians, sus hijas y su exesposa, Jenna Brians. La jueza subrayó la necesidad de proteger a las niñas, afirmando que merecían “tiempo para sanar” y dejando claro que cualquier posible contacto con Brians sería decidido por ellas una vez que fueran adultas.
Durante la audiencia, la madre habló sobre el estado de las niñas, expresando que estaban “prosperando” y que el proceso judicial había sido un paso importante hacia la recuperación de toda la familia. Brians, por su parte, ofreció unas palabras breves de arrepentimiento, agradeciendo a los socorristas por salvar a sus hijas y diciendo: “Amo a mis bebés y lo siento”.
Aun con el peso de la tragedia sobre sus hombros, expresó gratitud por la supervivencia de sus hijas y el proceso de justicia que se había llevado a cabo. “Estoy agradecida de que Robert esté asumiendo la responsabilidad de sus errores y esté listo para cumplir su condena”, dijo Jenna, dejando claro que el juicio era un paso hacia la sanación para toda la familia. A pesar de la gravedad de los hechos, mostró entereza y una esperanza de futuro para sus hijas, que lograron sobrevivir a lo que pudo haber sido un final trágico.
El destino de Hailey y Aubrey cambió drásticamente después del accidente en Sunset Cliffs. Aunque sobrevivieron al intento de asesinato, las consecuencias físicas y emocionales fueron profundas. Una de las niñas sufrió fracturas en la columna vertebral y un sangrado cerebral que le impidió respirar por sí misma por un tiempo. Pero la recuperación fue asombrosa: ambas lograron estabilizarse, y las pequeñas fueron vistas semanas después jugando en la playa, como si el agua del océano que casi las reclamó ahora les brindara una segunda oportunidad para disfrutar de la infancia.
La comunidad respondió con apoyo incondicional. Inmediatamente después del violento incidente, la madre de las niñas, junto con amigos y familiares, inició una campaña en GoFundMe para recaudar fondos y asegurar el bienestar y el futuro de las pequeñas. La página de la campaña relataba los detalles del episodio y agradecía a los socorristas que salvaron la vida de las gemelas. En pocos días, la campaña recaudó miles de dólares para ayudar a Jenna en la recuperación de sus hijas, con el compromiso de establecer un fondo de confianza para asegurar que Hailey y Aubrey reciban el cuidado necesario y tengan un futuro seguro.
El 13 de junio de 2020, en medio de un proceso de divorcio turbulento y una disputa de custodia que se intensificaba, Brians tomó una decisión fatal. Sacó a sus hijas, Hailey y Aubrey, de la casa de sus propios padres en plena noche, llevándolas consigo en un recorrido que culminaría con un intento de acabar con sus vidas. En medio de la oscuridad, mientras conducía a gran velocidad hacia Sunset Cliffs, su ira se mezclaba con una determinación sombría. El propósito era claro: arrojarse con su camioneta por el acantilado y terminar todo.
La escena del rescate fue dramática y caótica. Cuando la camioneta cayó desde el acantilado, oficiales de la policía ya estaban en alerta gracias a la denuncia de la madre de las niñas, quien recibió mensajes de texto alarmantes de Brians. “Las chicas van al cielo y yo voy al infierno a esperarte”, escribió él. Los agentes, dirigidos por el oficial Jonathan Wiese, llegaron a toda prisa al borde del precipicio y, sin dudarlo, Wiese descendió más de 30 metros por el acantilado con una correa de perro, arriesgando su vida para llegar al vehículo sumergido y semivolcado en el agua. Encontró a Brians flotando, sosteniendo a sus hijas, una de ellas llorando y aferrada a su cuello, mientras la otra yacía inmóvil. Sin perder un segundo, Wiese llevó a las niñas hasta la orilla, asegurando su supervivencia.