Para justificar una situación existen mil excusas. Válidas o no, con el fin de ejecutar una ley necesaria y urgente cuando no se quiere. Ahora bien, cuando se quiere, el Presidente y quien haga falta mueven cielo y tierra para cambiar a su acomodo nuestras leyes.
En ese sentido, el Presidente Fernández recientemente, vaticinó en una conferencia de que ese “debate” del 4% proveniente del producto interno bruto del país para la educación es un “falso debate” en términos propagandísticos, aunque le parece hasta cierto punto “inteligente”. También dijo que “en la educación no todo es dinero” y puso el ejemplo de Corea del Sur, en lo que a mi juicio, erró.
En este citado país, la educación primaria es gratuita y obligatoria para todos los niños entre los 6 y los 12 años. Se continúa con seis años de educación secundaria. El país tiene unas 300 instituciones de educación superior, con 3.210.142 estudiantes. El 98,4% de la población adulta en Corea del Sur esta alfabetizada. Es una sociedad que piensa, actúa y ejecuta de una manera muy distinta a la nuestra. Tiene disciplina desde que nacen a todos los niveles. Y un gobierno que aunque no haya invertido muchos millones en educación, se preocupa por enaltecer y fomentar la educación y a quienes educan a sus hijos. No nos comparemos.!!!
Primeramente, aunque no todo en lo concerniente a la Educación envuelve dinero, bien es cierto que los que inciden en la educación en todos los ámbitos, necesitan cobrar un salario digno y suficiente que les permita sentirse incentivados en la enseñanza y sentirse mejor como profesionales. El caso es que hay miles de profesores de escuelas públicas, que no viven con lo que cobran ni están lo suficientemente preparados para enseñar a otros.
Los profesores pasan la vida reclamando mejores condiciones laborales en las escuelas del país, y no sólo velan por sus intereses sino también por óptimas condiciones en los planteles físicos de las escuelas, en las que muchas mejor se caen a pedazos.
Y por supuesto, la educación de nuestros estudiantes adolece de garantías y calidad. Nuestros escolares, y me refiero a la educación pública, porque la privada son otras quinientas, necesita más que un simple 4% para su desarrollo, el gobierno necesita inyectar recursos económicos a esa educación, en caso contrario, seguiremos siendo el hazmerreir del continente y el mundo, por el bajo índice de educación que poseen nuestros estudiantes. Jóvenes que a juicio de ellos y de sus escuelas salen siendo “bachilleres”, pero no saben ni cómo escribir su nombre ni cómo expresarse en un correcto castellano. La educación, tiene que ser entendida por todos nosotros, como la médula espinal del futuro de cualquier país que desee ocupar un buen sitial de referencia en el mundo.
Es importante, recordarle al mandatario dominicano que, los planes en Educación están debatidos, consensuados y aprobados: existe el plan decenal 2008-2018. También, quiero recordar que el mismo Presidente que dice que aquí no hay una filosofía de Educación, es el mismo que en 2006 celebró la Feria de los Diez Años de su ascenso al poder, que en 2011 ya serán 15. Según es conocido por todos el Ministerio de Educación manda entregar un 3.22% del PIB, para lograr deseado 4% en el 2013. Insisto, todavía es poco un 4%.
Me sorprende mucho las declaraciones de Fernández, porque es un hombre que apuesta por una educación de calidad para los profesionales que acuden a él. De hecho, el Ministerio de Educación entrega becas cada año para aumentar la profesionalidad de miles de jóvenes profesionales dominicanos, que marchan al extranjero a hacer maestrías y postgrados. Algunos de estos llegan con muchas lagunas de base en su preparación académica.
Por eso, le recomiendo al Presidente Fernández que si disminuye significativamente la nómina pública de su gobierno, aplaca los casos de corrupción, pone un freno al dispendio millonario en obras innecesarias y demás, adopta una verdadera voluntad y deseos de mejorar la educación, claro que se puede aumentar un 4% a la educación nacional de nuestro país e incluso un poco más.
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