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Moríviví

Por eso aunque genera esperanzas y entusiasmo el anuncio de la tan esperada desaparición de la CDEEE y la impostergable reestructuración del sector eléctrico, el cual ha sido un ancla para la competitividad de nuestros sectores productivos, desangrando nuestras finanzas públicas y enriqueciendo los bolsillos de la corrupción,  debemos pedir a gritos que se haga el mismo primer día del próximo gobierno, porque la historia nos dice que de lo contrario cual “moríviví”, surgiría nuevamente castrando el desarrollo del sector y del país.

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A pesar de que ha generado mucho entusiasmo la noticia de que el próximo gobierno tiene contemplado eliminar la CDEEE, y cumplir con el mandato legal de que el Ministerio de Energía y Minas (MEM) sea el órgano rector del sector eléctrico, entre otras acciones necesarias para sanear dicho sector, es de esperar que habrá las resistencias de siempre, pues mucha gente durante demasiado tiempo se ha beneficiado inescrupulosamente del mismo, aumentando aún más su vergonzoso histórico déficit.

Probablemente ningún sector en el país haya sido objeto de tantos estudios, informes, diagnósticos, planes y recomendaciones de los más prestigiosos consultores internacionales y locales, así como propuestas de reformas, y sin lugar a duda tiene el récord de haber sido el único sector reformado por ley al cual se le hizo en menos de tres años una contrarreforma en violación a la ley que ha permanecido por casi 20 años.

Pero lo más sorprendente es que a pesar de que la reforma realizada de conformidad con la Ley 141-97 de Reforma de las Empresas Públicas que culminó a finales de 1999, tuvo como objetivo principal desaparecer la entonces CDE y su monopolio del sector eléctrico, haciendo que de la misma surgieran tres empresas de distribución y dos de generación de capital mixto pero bajo administración privada, una empresa de transmisión (ETED) y de generación hidroeléctrica (EGEHID) de propiedad estatal, más la creación de un órgano regulador la Superintendencia de Electricidad (SIE),  una entidad gubernamental para definir las políticas energéticas la Comisión Nacional de Energía (CNE), y un Fondo Patrimonial (FONPER) para detentar las acciones de las empresas capitalizadas y recibir sus dividendos, en los hechos la CDE no desapareció pues reencarnó con dos letras más en la CDEEE.

Y es que como la reforma  se realizó sin tener la ley  de electricidad aprobada, porque la que se aprobó en 1997 fue vetada por el entonces presidente de la República porque se colaron  disposiciones  contrarias al espíritu de la reforma, cuando se promulgó la Ley 125-01 casi dos años después de la reforma, la CDE se había mantenido viva porque su ley orgánica 4115 no había sido derogada y había pasado a tener la propiedad accionaria de las empresas capitalizadas, y con su liderazgo político logró que la ley dictada la mantuviera con nuevo nombre y supuestamente limitadas funciones.

La CDEEE no solo ha tenido el control de la parte estatal de las empresas distribuidoras y generadoras mixtas, sino que pasó a ejercerlo absolutamente en las tres distribuidoras re estatizadas, que fueron convertidas en botines políticos, mantuvo bajo su égida a la ETED y la EGEHID, dio paso a una agigantada UERS para la electrificación rural, controló salvo excepciones a la SIE y la CNE, y como si todo esto fuera poco luego de una excepcional y efímera gestión marcada por llevar la racionalidad económica y tratar de sacar la política en la toma de decisiones en el sector eléctrico; el gobierno que inició en agosto de 2012 y que llegará al fin de su segundo período, le encomendó el controversial megaproyecto de construcción de las plantas a carbón de Punta Catalina dándole poder para promover, directa o indirectamente la  generación de electricidad mediante la conflictiva Ley 394-14.

La aprobación de la Ley 100-13 que creó el MEM como órgano rector del sector nada cambió, y solo agregó una institución más, pues a menos de tres meses se dictó la Ley 142-13 para posponer por 5 años los efectos de esta ley con respecto a la poderosa CDEEE, tiempo en el que esperaban habría concluido la demorada construcción de Punta Catalina.

Por eso aunque genera esperanzas y entusiasmo el anuncio de la tan esperada desaparición de la CDEEE y la impostergable reestructuración del sector eléctrico, el cual ha sido un ancla para la competitividad de nuestros sectores productivos, desangrando nuestras finanzas públicas y enriqueciendo los bolsillos de la corrupción,  debemos pedir a gritos que se haga el mismo primer día del próximo gobierno, porque la historia nos dice que de lo contrario cual “moríviví”, surgiría nuevamente castrando el desarrollo del sector y del país.

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