La noche del 30 de mayo del 1961 me encontraba en la casa de doña Marina viuda Ginebra la abuela de mi amigo Freddy, junto a Ramón Piantini estudiando las últimas materias para graduarnos de bachiller en el Colegio Dominicano de la Salle. Como alma que se lleva el diablo subía de la UASD hacia el norte por la calle hoy Tiradentes.
Seguimos estudiando y ya a las 4 de la mañana escuchamos los gritos de monjas y alguno que otro tiro en el Colegio Santo Domingo, justo arriba desde nos encontrábamos, al otro día nos enteramos de que habían ido los famosos calieses, en busca de monseñor O`reilly, quien era un reconocido enemigo del régimen de entonces. Los hábitos de las monjas Dominicas les fueron quitados a algunas de ellas. Fueron momentos de angustias del cual los vecinos, cercanos a la calle cantera, sentimos.
Algunas de estas cosas las contamos y posiblemente haya gente que no las crean. Entre el Colegio la Salle y el Santo Domingo (los dos pertenecientes a la clase alta de entonces) había un acuerdo soterrado si acaso fuera agredido alguno de los dos. Las conversaciones en pasillos con hermanos, profesores pertenecientes al primero se hacían cada vez más intensas y más delicadas.
Compañeros hijos de padres funcionarios se unían a nuestros clamores, no participaban, necesariamente de las ideas de sus padres. Cuando nos enteramos de lo sucedido, el ajusticiamiento del tirano, todos de una forma u otra sentimos temor, las noticias de quienes habían sido sus ejecutores dejaban a toda la sociedad y la población capitalina “menos de medio millón” con la boca abierta. ¿y ahora que pasara?. Nos preguntamos.
Vivía en la calle Dr. Báez 3ª junto a mi madre y mis hermanos, se cerraron las ventanas y las puertas y desde el balcón pudimos ver el desfile de llantos, ataques de histeria y emotivos emociones de dolor.
Realmente muchas personas lo lloraron. En esa misma calle donde realmente pasaba en las tardes “El Jefe” saludando a los jóvenes del barrio. Después de 51 años de luchar y creer en un nuevo país me siento en las noches a pensar el desfile de ladrones, asesinos, corruptos y traficantes que han pasado por el Palacio Nacional, que no se han llevado las columnas, porque no han sabido donde meterlas. No le caben en los bolsillos, pero deseos no les faltan.
Al ver hoy que todos los poderes, ejecutivo, judicial, legislativo y hasta 4to. poder de rodillas, comprado. Y todos esta en manos de un solo hombre regreso a los 50s, pienso en Trujillo, aunque seguro estoy que las botas del mismo le quedan muy grande.
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