El pasado viernes 8 de enero del 2021 falleció en la «tranquilidad» del Hospital General de la Policía Nacional el funesto general Enrique Pérez y Pérez, tristemente recordado por dirigir una de las administraciones policiales más sangrientas, represivas y violadoras de los derechos humanos en la historia del país .
Este sanguinario general fue conocido por la mayoría de los dominicanos en los lamentables 12 años del régimen de Joaquín Balaguer pero sus actuaciones criminales se remontan a la contienda bélica de 1965, específicamente a la operación «limpieza» en la zona norte de la capital, con la cual se pretendió exterminar las fuerzas constitucionalistas en la parte alta de la ciudad de Santo Domingo. Es pertinente recordar que durante esta operación se cometieron cientos de atrocidades, tales como violaciones, torturas, desapariciones y fusilamientos de niños/as, mujeres y hombres.
Un hombre del poder
El general Pérez y Pérez estuvo al frente del Ejército Nacional desde el 6 de enero de 1966 al 27 de febrero de aquel año, en el gobierno provisional del doctor Héctor García Godoy Cáceres. Posteriormente fue designado jefe de las Fuerzas Armadas desde 1966 a 1970, y más tarde jefe de la Policía Nacional desde el 31 de diciembre de 1970 al 15 de octubre de 1971. De este último puesto 8jefe de la Policía) fue removido a raíz de las grandes jornadas de protesta que se desarrollaron a consecuencia de los crímenes cometidos en su ejercicio, entre estos el asesinato de los jóvenes miembros del Club «Héctor J Díaz».
El general Pérez y Pérez era reconocido por su papel represivo, el cual desempeñó de manera «magistral”, pero es necesario también precisar que actuaba bajo las órdenes y amparo del Dr. Joaquín Balaguer y los organismos de inteligencia norteamericanos que en ese momento asistían, asesoraban y entrenaban a los cuerpos represivos de nuestro país, como parte de la política de cacería y exterminio en contra de los militantes revolucionarios y la juventud contestaria en nuestro país.
En el ejercicio del general Pérez y Pérez al frente de la Policía Nacional el Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista, mejor conocido como «La Banda Colorá» o «La Banda», tuvo su mayor crecimiento, esto a través del apoyo decidido y frontal a sus miembros y la protección de sus acciones, llegando los miembros de este cuerpo parapolicial a operar en conjunto con miembros de la Policía Nacional, realizando allanamientos, persecuciones, torturas y asesinatos en contra de los miembros de las organizaciones de izquierdas y otros activistas.
El asesinato de los jóvenes del Club «Héctor J Díaz»
Pero a pesar de las numerosas y espeluznantes acciones que se cometieron en la gestión del general Pérez y Pérez, una en particular sacudió profundamente el alma de los dominicanos y la comunidad internacional.
El lunes 11 de octubre del 1971, en la página 11 del desaparecido periódico de circulación nacional «Última Hora», se publicó la noticia bajo el título «Jóvenes Asesinados Sábado Fueron Objeto de Tortura; Les Cortaron Genitales a 2».
La publicación se refería al asesinato de Radhamés Peláez Tejeda, Rubén Darío Sandoval, Víctor Fernando Checo, Reyes Florentino Santana y Gerardo Bautista Gómez, cinco jóvenes pertenecientes al Club Deportivo y Cultural «Héctor J Díaz», ubicado en la populosa barriada 27 de Febrero.
En el artículo periodístico se recogen los testimonios de familiares y amigos de los cinco jóvenes torturados y asesinados por un equipo mixto de policías y civiles que eran parte de la organización criminal «La Banda Colorá» que operaba bajo las órdenes y protección de la Policía Nacional, en ese momento dirigida por Enrique Pérez y Pérez.
El secuestro, tortura y posterior asesinado de los jóvenes ocurrió el sábado 9 de octubre de 1971 en horas de la madrugada, luego de que los cincos jóvenes regresaban de un colmado con velas para colocarlas en el velatorio de Julio Alberto Rivera, uno de los miembros del Club «Héctor J. Díaz».
Los jóvenes fueron capturados y brutalmente torturados, según relata el reporte periodístico. Víctor Fernando Checo fue golpeado en la sien con un tubo, le colocaron una inyección en el brazo izquierdo para dormirlo, le quemaron el pecho y las dos piernas. Tenía también los dos órganos genitales desprendidos y dos disparos que le propinaron en el lado del corazón.
Radhamés Peláez Tejeda estaba quemado casi completo y le introdujeron un hierro caliente por los oídos, también tenía los testículos desprendidos. Rubén Darío Sandoval presentaba quemaduras en el cuerpo y disparos de «gracia» en la cabeza.
Reyes Florentino Sandoval tenia señales de tortura en todo el cuerpo, quemaduras y disparos en distintas partes del cuerpo, incluyendo uno de «gracia» en la cabeza.
Los cuerpos de los jóvenes aparecieron el 10 de octubre de 1971, al otro día de ser asesinados, en distintos puntos de la capital y campos vecinos: uno en la avenida Sarasota, dos en Haina y dos en la avenida Las Américas.
El reino de la impunidad
Es lamentable que ninguno de los gobiernos que sucedieron al nefasto régimen de Joaquín Balaguer realizara el mínimo esfuerzo por esclarecer este y otros tantos crímenes atroces que enlutaron la sociedad dominicana. El antiguo hombre fuerte, partícipe del terrorismo de Estado y crímenes de lesa humanidad, siguió una vida tranquila y apacible, como tantos otros de su estirpe en nuestra historia.
A raíz de la muerte del ex general Pérez, distintos sectores se expresaron en repudio a la imagen del militar, pero el gran repudio lo generó una publicación realizada a través de las redes sociales del Ministerio de Defensa de la República Dominicana, adornada de palomas blancas, la cual citamos a continuación :
«Paz a su Alma. El Ministerio de Defensa en la persona del Teniente General Carlos Luciano Díaz Morfa, ERD., así como la familia que integra nuestras instituciones militares de las Fuerzas Armadas dominicanas, lamenta profundamente la pérdida del Mayor General (r) Enrique Pérez y Pérez, ERD., quien fuera en vida Secretario de las Fuerzas Armadas, Jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional y de la P.N., entre otras funciones importantes, en su exitoso legado militar. Paz a su alma. Q.E.P.D».
Es doloroso y perturbador que desde la cuenta oficial del Ministerio de Defensa se publique un mensaje que catalogue como «exitoso» el legado militar del general Pérez y Pérez, a pesar o más precisamente con indiferencia de las sobradas evidencias que demuestran su vinculación con actos sanguinarios, repulsivos y tipificados en el derecho dominicano y el derecho internacional como delitos de la mayor gravedad. Pérez y Pérez fue uno de los encargados de ejecutar al pie de la letra la política de exterminio y cacería que se realizó desde las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional en el régimen de los 12 años, la cual cobró la vida de numerosos dominicanos.
Verdad y Justicia
Esperamos que el presidente Luis Abinader, llame la atención a los responsables de tan funesto mensaje, más aún cuando la familia del presidente Abinader vivió en carne propia los embates de la represión de Pérez y Pérez, como cuando reprimió de manera sistemática las manifestaciones que se realizaban a finales de la década del 60 y inicios de los años 70 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en demanda de una mayor asignación presupuestaria para esta academia, de la cual el padre del presidente Luis Abinader el Dr. José Rafael Abinader fue vicerrector en esos momentos. El presidente Abinader tiene además una obligación de Estado en corregir la política de impunidad y olvido en contra de las víctimas y a favor de los victimarios del terrorismo de Estado y la violación de los derechos humanos.
Los hechos evidencian que la obra del general Pérez y Pérez fue la de proteger y propiciar desde sus posiciones de poder, los actos de tortura y asesinato que se cometieron en contra de dominicanos/as en esas oscuras décadas de nuestra historia. Ese es su legado y decir lo contrario es actuar en complicidad histórica con un pasado aborrecible y seguir protegiendo a quienes todavía gozan de impunidad.
A los que repudiamos las acciones que se cometieron durante un periodo oscuro de nuestra historia, como las citadas en el presente escrito, nos queda organizarnos y presionar para que, de una vez y por todas, se inicie el proceso de investigación que determine la responsabilidad de los autores materiales e intelectuales de los crímenes que se cometieron en nuestro país, para que haya verdad, justicia, castigo y reparación, que las nuevas generaciones crezcan sin esos antivalores como «modelo» y cese la impunidad y lavado de imagen reproducidas en publicaciones como la del Ministerio de Defensa.
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