Desde que el nuevo Gobierno asumió el 16 de agosto de 2020, el Ministerio de Hacienda ha realizado operaciones de crédito público por un monto cercano a los 9,000 millones de dólares. Estas operaciones incluyen varias emisiones de bonos soberanos en el mercado internacional de capitales, emisiones de bonos en el mercado local, desembolsos de organismos multilaterales y operaciones para manejos de pasivos.
Se pueden hacer muchos juicios de valor sobre esto. Los más acérrimos críticos deploran, en forma burlesca, que mientras los hoy funcionarios estaban en la oposición criticaban toda emisión de deuda, ahora, en apenas unos meses, han roto todos los récords de endeudamiento y aprobaciones congresuales para conseguir nuevos empréstitos.
Este es un enfoque que yo no necesariamente comparto, debido a las circunstancias excepcionales que vive el mundo. Pero sí creo que hay una lección importante que aprender: Hay que ser muy prudentes en la oposición sin que esto implique censurar la crítica ni auspiciar la absoluta complacencia ante las decisiones económicas y financieras de los gobiernos.
¿Por qué hablo de prudencia? Porque no todo estaba mal en el Gobierno anterior. De hecho, en materia de manejo de deuda pública los avances alcanzados en los últimos 14 años fueron reconocidos a nivel internacional. El país se posicionó como un referente en cuanto al manejo profesional de la deuda con una Dirección General de Crédito Público conformada por técnicos del más alto nivel y asesorados por los mejores organismos expertos en la materia a nivel mundial.
En el año 2009 no existía un mercado de emisión de bonos del Gobierno. Con la asistencia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos se desarrolló el programa de subastas. Inicialmente se emitieron bonos a 2 y 3 años a tasas de interés que superaban el 15%. Hoy se emiten bonos en el mercado local a plazos de 10 y 15 años a tasas cercanas al 10%. El desarrollo del mercado de bonos local ha sido un éxito rotundo.
Lo mismo se puede decir de las emisiones de bonos soberanos. El país es un emisor frecuente con presencia constante en los mercados internacionales. Y mucho ha llovido desde la primera emisión en el año 2001 a un plazo de 5 años y a una tasa superior al 9% en dólares. El país ha ido marcando cada vez más hitos. En poco tiempo pasamos a emisiones de 10 años en los plazos de las colocaciones. Ya en el año 2014 se emitió por primera vez un bono a 30 años y a inicios del 2020 otro a 40 años. Y ni hablar de que cada vez se han ido consiguiendo tasas de interés más bajas. El Gobierno pasado marcó también un hito importante al hacer la primera colocación de bonos soberanos en moneda local.
En el año 2015 se realizó la exitosa operación de manejo de pasivos con la deuda de Petrocaribe, la cual redujo la deuda pública en 3.3% del PIB. Esto marcó el precedente que permitió al nuevo Gobierno a fines del 2020 hacer una operación de manejo de pasivos que ha dado un gran alivio en el servicio de la deuda para este año. Es decir, lo que se ha logrado en el manejo de deuda en estos meses es fruto de un trabajo que se inició hace más de una década y que le ha permitido al país contar con los recursos humanos y la infraestructura para desarrollar el mercado de capitales doméstico y tener una presencia exitosa en los mercados internacionales de deuda.
Algo muy interesante es que al igual que pasó con la Ley de Presupuesto para 2021, que era muy similar a la de 2020 presentada por el Gobierno anterior, la nueva legislación que autoriza la emisión de deuda para el año 2021 es una copia casi exacta de las leyes de años anteriores, incluso de la que fue objetada por notables ciudadanos ante el Tribunal Constitucional a principios de 2019.
No me cabe la menor duda de que el actual Ministro de Hacienda y su equipo irán haciendo mejoras al manejo de la deuda al incorporar nuevas prácticas a la luz de su experiencia y de los avances en la materia que ocurran a nivel internacional.
Pero esto es precisamente lo que ha ocurrido en la última década: cada año se ha ido mejorando la Ley de financiamiento que acompaña al Presupuesto, la forma de las emisiones, la logística y el manejo de la deuda en general. Un manejo profesional de la deuda pública es algo que debemos valorar y preservar.
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