Kabul.- Las afganas no se fían de los talibanes, y algunas han decidido demostrárselo con protestas, un desafío que busca impedir el regreso a la época oscura del anterior régimen insurgente, cuando las mujeres fueron recluidas en el interior del hogar, mientras miles más tratan de abandonar Afganistán.
Cada vez son más las imágenes de mujeres levantando pancartas y lanzando consignas en contra de los talibanes en todo el país, un símbolo de la resistencia de periodistas, activistas y trabajadoras que se niegan a perder sus derechos.
Un grupo de trabajadoras de oficinas gubernamentales y activistas salió a las calles de Kabul para pedir al movimiento talibán roles en la nueva Administración, así como mantener sus empleos en oficinas estatales, según reportó este viernes el canal afgano Tolo.
«El pueblo, el gobierno y cualquier funcionario que vaya a formar un Estado en el futuro no puede ignorar a las mujeres de Afganistán. No renunciaremos a nuestro derecho a la educación, el derecho al trabajo y nuestro derecho a la participación política y social», dijo al canal de televisión la activista Fariha Esar.
Las manifestaciones han sido reducidas, pero van tomando fuerza a medida que pasan los días, al recordar muchos el régimen talibán entre 1996 y 2001, cuando las mujeres no podían trabajar o ir a la escuela, y eran recluidas en el interior de sus hogares.
Sin embargo, los talibanes han asegurado de manera insistente que las mujeres podrán continuar con sus estilos de vida, y volver a las escuelas o a sus empleos con los límites que establece el islam, pero algunas trabajadoras, sobre todo periodistas, denuncian que en la práctica esto no se cumple.
«Quería volver a trabajar, pero lamentablemente (los talibanes) no me dejaron. Me dijeron que el régimen ha cambiado y no se puede trabajar», aseguró la presentadora de televisión Shabnam Dawran en un video ampliamente difundido hoy, una denuncia que contrasta con la imagen el pasado martes, dos días después de la toma de Kabul, de una presentadora de Tolo entrevistando a un talibán en un plató.
PROTECCIÓN A LOS PERIODISTAS
El coordinador del Comité para la Protección de Periodistas para el Sur de Asia, Steven Butler, condenó las medidas de «despojar a los medios públicos de prominentes presentadoras de noticias, (que) es una señal ominosa de que los talibanes no tienen ninguna intención de cumplir su promesa de respetar los derechos de las mujeres», según la organización.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP) también informó este viernes de que ha recibido «cientos de solicitudes de ayuda» de reporteros desde Afganistán, ya sea para la evacuación o para la asistencia a los que se han trasladado de una provincia de Afganistán a otra para escapar de las amenazas talibanes.
EVACUACIONES
Mientras tanto, el proceso de evacuación de extranjeros, y de afganos que colaboraron con las tropas aliadas durante los últimos veinte años de guerra continúa avanzando a cuentagotas.
«El aeropuerto sigue siendo un caos. Parece que alrededor de 10.000 personas están todavía tratando de tomar cualquier vuelo que les lleve fuera del país», dijo este viernes la ONG italiana Emergency en un comunicado, y añadió que, aunque menos, han llegado varias personas con heridas de bala a su hospital de Kabul.
Entre ellas llegaron cinco personas heridas de bala procedentes del aeropuerto, que «por el momento es el único lugar de la ciudad donde la situación sigue siendo tensa. Es difícil entender lo que está pasando, porque la gente que viene de allí sufre un severo estrés postraumático y no cuenta lo que le ha pasado».
DENUNCIAS CONTRA LOS TALIBANES
Muchos de los que quieren escapar no se fían de los talibanes y creen que los mensajes que lanzan de unidad y reconciliación entre la población afgana, incluido entre aquellos que les combatieron, no es más que un escaparate ante la comunidad internacional, que concluirá cuando el mundo deje de mirar.
Así, la organización Amnistía Internacional (AI) denunció este viernes que los talibanes están detrás de la muerte el mes pasado de nueve miembros de la perseguida minoría chií hazara, tras ser ejecutados o torturados.
«La brutalidad de estos asesinatos a sangre fría es un recordatorio del historial de los talibanes y un indicador espantoso de lo que puede traer el Gobierno talibán», aseguró la secretaria general de AI, Agnés Callamard, en un comunicado.
«Estos asesinatos selectivos son una prueba de que las minorías étnicas y religiosas siguen estando en riesgo bajo el régimen talibán en Afganistán», remarcó Callamard sobre los ataques a estos miembros de la minoría chií hazara, considerados apóstatas por los talibanes y por el grupo yihadista Estado Islámico.
Según la investigación de Amnistía Internacional sobre el terreno, las muertes se produjeron entre el 4 y el 6 de julio en la aldea de Mundarakht, en la provincia oriental de Ghazni, y seis de los hombres murieron ejecutados y tres fueron torturados hasta la muerte, incluido uno al que le cortaron los músculos del brazo.
La organización advierte, sin embargo, de que estos «brutales asesinatos» pueden ser solo una pequeña parte del número total de muertes selectivas perpetradas por los talibanes hasta ahora, ya que las comunicaciones han sido cortadas en muchas de estas regiones.
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