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Las protagonistas del progreso

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Mi vida no se puede escribir sin su nombre. Desde que mi hijo era pequeño ella ha cuidado  de él para yo poder ir a trabajar.  Cuando  he tenido que amanecer en el hospital ella lo ha cuidado como si fuera de ella. Que irónico, deja de cuidar sus hijos para cuidar el mío.

A pesar de los agravios de la temperatura, ha llegado a tiempo los lunes, sabe que debo irme temprano al hospital y le toca asumir el cuidado de mi familia.

Paso mucho tiempo trabajando fuera de la casa, pero en todos estos años  a mi hijo nunca le ha faltado comida caliente, ropa limpia y un espacio higiénico para jugar.

Hace años me llamó a la consulta para decirme: “a Carlos se le están aflojando los dientes”.  En ocasiones la envidio, creo que sabe de él más que yo.

En otro momento al llegar del trabajo me dijo: “tengo que hablarle, encontré un cigarrillo en el bolsillo del uniforme de Carlos”  Ella ha sido mis ojos, mis oídos, mi cómplice.

Tengo ropa limpia y planchada gracias a sus cuidados.  Mis batas de médico lucen impecables, de una u otra manera, es responsable de mi imagen. Respeto mucho  el oficio de planchar, me  tocaba planchar las camisas de mi padre, puedo asegurarles que no es el trabajo más divertido.

Ella se encarga de mantener la casa limpia y organizada.  Que bien se siente llegar de trabajar y encontrar un hogar con olor a limpio y comida caliente.  Ella se ocupa de todo. ¿Cómo no respetarla?

Cuando mi madre enfermo fue necesario contratar otras mujeres que ayudaran con su cuidado. A mi me tocaba salir a trabajar para suplir las necesidades, ellas se encargaron de cuidarla, dejando sus familias al cuidado de otras.

Al llegar del trabajo me daban los informes: “No quiso comer, cómprele algo para que la lleve al baño, le ha saliendo una úlcera en la espalda”. En los  últimos momentos de la vida de mi madre, ellas fueron mis ojos, mis oídos, mis cómplices. ¡Cuanto les agradezco!

Gracias a las trabajadoras o empleadas domesticas he podido insertarme al mercado de trabajo y echar mi familia adelante.  Ellas son la base de mi desarrollo, la expresión tangible de la solidaridad, lo que llaman sisters y Altagracia Valdez refiere como las protagonistas del progreso.

Igual que yo, muchas mujeres nos hemos vista obligadas a ausentarnos del hogar para insertarnos al mercado laboral, gracias a las empleadas domesticas ha sido posible, la tarea pendiente es entrar el hombre a la casa.

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