El lugar y la hora del día conforman parte indispensable de la consciencia, la capacidad de conocer la realidad y su contexto, una de las métricas con que los psicólogos determinan si una persona puede auto-percibirse y ubicarse en el mundo.
Se cree que Hiparco de Nicea, padre de la trigonometría, dos siglos antes de Cristo, fue el precursor del astrolabio, artilugio astronómico para saber la posición del observador y la hora. Hasta el siglo XVII, los europeos dependían del astrolabio para la navegación o viajes por tierras ignotas. Los persas y árabes continuaron usando el astrolabio hasta principios del siglo XX. Del siglo XVIII en adelante, fue sustituido por el sextante, instrumento para calcular los grados o ángulos entre dos puntos geográficos o el Sol y el horizonte, para determinar hora y ubicación.
El uso de estos inventos requería emplear el razonamiento y aplicar las matemáticas, a diferencia de la facilidad ofrecida actualmente por los GPS. Extraviarse en el tiempo y el espacio puede parecerse a algunas locuras. ¡No nos perdamos!
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