Madrid.- Los anuncios de financiación climática hechos por diferentes entidades en la Cumbre del Clima (COP26) en Glasgow incluyen cifras con interminables ceros, aunque aún está por ver si se hacen efectivos.
Según explica el director general del Clima de la ONG estadounidense The Nature Conservancy, Leonardo Lacerda, la comunidad internacional debe asegurar un compromiso de financiación climática superior a los cien mil millones de dólares (más de ochenta y cinco mil millones de euros) pero también los mecanismos necesarios para lograr una economía cero neto carbono en 2050, sostenible, equitativa y justa y con un impacto positivo en la naturaleza.
Para ello, afirma, en este momento es fundamental «cerrar tres brechas»: las divisiones entre países, la financiera y la falta de colaboración, lo que traduce como compromiso, cumplimiento y convergencia.
A nivel de compromiso, dice, «la ambición climática actual no es suficiente» porque no permite una reducción de emisiones adecuada, y aún cuando los países cumplieran con lo recogido en sus compromisos determinados nacionales (NDC, por sus siglas en inglés), la temperatura estaría aún entre los 2,7 y 2,4 grados para final de siglo, cuando se estima un crecimiento de la población mundial aún mayor.
Por ello, considera que este es el gran reto para los participantes en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP26) que se reúne en Glasgow (Reino Unido) hasta el próximo 12 de noviembre.
Al menos, afirma, los países del G20 deben alcanzar el compromiso de «cero neto», es decir eliminar el uso del carbón en sus economías, y aún así, «con ello, se llegaría a final de siglo con un aumento de 1,7 grados» de temperatura global.
La segunda brecha, la del dinero o cumplimiento, sostiene Lacerda, es asegurar el compromiso de alcanzar los 100.000 millones de dólares de financiación climática entre 2020 y 2025 y que «los compromisos posteriores se tripliquen o quintupliquen».
La tercera, la de convergencia y cooperación, la considera desde dos puntos: el compromiso de los países de cumplir con el Acuerdo del Clima de París, pero también el de los bancos, empresas, ong y otros sectores económicos.
Según Lacerda, la primera convergencia que no se cumple es la financiera, porque de acuerdo a algunos estudios, desde la firma del Acuerdo de París, «la banca occidental ha destinado más de 3.8 billones de dólares a la financiación de infraestructuras de combustibles fósiles. Es necesario que la banca y las empresas estén volcadas hacia la economía del cero neto».
La segunda parte de la convergencia es de soluciones para dos crisis que son fundamentales: la pérdida de biodiversidad y del clima, que son «dos partes de la misma moneda», según el experto de TNC, quien incide en que «hay que poner ahora la naturaleza en el corazón de las soluciones».
Subraya que es la primera COP que ha puesto la Naturaleza como una de las prioridades, por lo que «hay que aprovechar» la oportunidad.
Sobre el crecimiento de la población, sostiene, que es un factor importante, pero más aún lo es la forma de consumo de las personas, y subraya que es necesario trabajar con «economías bajas en carbono, ahorro de agua y sobre todo enfocando la alimentación en «una agricultura regenerativa».
Lacerda explica que en The Nature Consevancy, «un batallón de 500 científicos nos revelaron que la Naturaleza con su capacidad regenerativa nos puede ayudar a absorber y capturar carbono y contribuir al 30 % de la mitigación climática hasta el año 2030».
Por ello, dice, «es muy importante la agricultura regenerativa, pero también la restauración de bosques, manglares, praderas marinas, marismas y, sobre todo, la reducción de la deforestación, muy ligada al comercio internacional de las materias primas y otros recursos».
Es necesario incidir y llegar a la «deforestación cero y que el sistema financiero y las compañías comerciales financien este objetivo», sostiene Lacerda, quien trabaja en temas de mitigación, adaptación, desarrollo sostenible y justicia climática y social.
The Nature Conservancy, creada a principios del siglo pasado, basa sus trabajos en hacer frente al cambio climático, proteger la tierra y el agua, la producción de alimentos y las ciudades sostenibles.
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