Dakar.- El senegalés Lamine Diack, fallecido en la madrugada del viernes en Dakar a los 88 años, reinó durante 16 años al frente del atletismo mundial, antes de destaparse casos de corrupción por los que fue condenado y que dañaron la imagen de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, actual World Athletics).
El primer presidente no europeo de la máxima instancia mundial del atletismo (de 1999 a 2015), político de gran talla en su país (alcalde de Dakar de 1978 a 1980, parlamentario de 1978 a 1993), vio ensombrecida su carrera en los últimos años por la acumulación de acusaciones contra él.
Considerado como uno de los personajes clave de un sistema de corrupción destinado a ocultar casos de dopaje en Rusia, fue condenado en septiembre de 2020 por la justicia francesa a cuatro años de prisión, de los cuales dos en suspenso, y una multa de 500.000 euros por corrupción y abuso de confianza. Diack había apelado la sentencia y estaba a la espera de que se fijara la fecha del juicio.
También había sido inculpado por corrupción pasiva en la investigación sobre el proceso de atribución de los Juegos Olímpicos de Rio en 2016 y del Mundial de Atletismo en 2017.
Una terrible caída para el exdirigente, que había regresado en mayo a Senegal por primera vez desde su imputación en 2015 y al que le gustaba recordar su época de esplendor.
Saltador de longitud compitiendo por Francia, posteriormente jugador de fútbol (su pasión) y director técnico nacional de la selección senegalesa (de 1964 a 1968) tras la independencia del país africano en 1960, Lamine Diack llevó a cabo después una carrera prolífica en política primero y en las instancias deportivas, nacionales y mundiales, después.
Presidió el Comité Olímpico Senegalés y fue alcalde de Dakar, parlamentario y vicepresidente de la IAAF antes de tomar las riendas de la instancia por aclamación, en diciembre de 1999, a la muerte del italiano Primo Nebiolo.
Pero no fue hasta le final de su cuarto mandato cuando aparecieron las primeras sospechas de una cultura de la corrupción bien anclada, con ramificaciones familiares. Su hijo Papa Massata, exconsejero de márketing de la IAAF, también fue juzgado en París por corrupción y blanqueo en banda organizada en este caso.
El clan Diack fue acusado de haber retrasado sanciones disciplinarias contra atletas rusos sospechosos de dopaje a cambio de renovaciones de contratos de patrocinio y de difusión televisiva en vistas al Mundial-2013 en Moscú y de fondos del poder ruso para financiar la oposición al presidente saliente Abdoulaye Wade durante las elecciones de 2012 en Senegal, ganadas por Macky Sall.
Argumentos para poner sombras a su etapa el frente del atletismo mundial, que tampoco resolvió durante la conferencia de prensa de adiós en el congreso de Pekín en agosto de 2015, cuando Lamine Diack ofreció explicaciones y justificantes incoherentes.
Ninguno de los otros participantes en aquella conferencia, entre ello su sucesor Sebastian Coe, visiblemente molesto, intervino en su defensa.
«No deja una imagen muy reluciente para el atletismo», declaró a la AFP Bernard Amsalem, expresidente de la Federación Francesa de Atletismo (2001-2016) y miembro del consejo de la IAAF (2011-2019).
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