La guerra en Ucrania es presentada por el abrumador poder mediático occidental como una guerra entre Rusia y ese país vecino, con énfasis en la invasión militar destructiva ordenada por un gobernante “ambicioso” y “desequilibrado” llamado Vladimir Putin.
Ese paquetito propagandístico satura el planeta y a sus habitantes, y sepulta y/o margina en gran medida todos los antecedentes que permiten una aproximación a la verdad histórica y a las características de las actuales confrontaciones político-militares.
EEUU, que encabeza el decadente y agresivo sistema imperialista occidental, ha perdido hegemonía en no pocas vertientes de su otrora omnímodo poder mundial. Pero no en cuanto a la capacidad de engañar y confundir a través de sus poderosos medios de comunicación y alienación. Su capacidad para convertir las mentiras y medias verdades en verdad es realmente inmensa.
El mundo actual no es ya unipolar, y difícilmente vuelva a serlo, pero la lentamente declinante dominación de EEUU y de sus subordinados aliados europeos, todavía conserva y desarrolla esa importante supremacía en materia de fabricación de informaciones e imágenes.
Tal realidad le ha posibilitado a su centro de mando propagandístico esconder el significado de los siguientes hechos que precedieron a la entrada de las tropas rusas a territorio ucraniano.
· El Golpe de Estado del 2014, que auspiciado por esa alianza imperialista, facilitó y aceleró la organización e importación de bandas nazi-fascistas y entronizó un gobierno narco-delincuente hostil a la Federación Rusa y permisivo respecto a los designios imperialista de “balcanización” de esa superpotencia emergente.
· La instalación de 30 laboratorios de guerra biológica.
· El rearme del ejército ucraniano.
· La apropiación de una parte de sus inmensas riquezas naturales por las transnacionales occidentales, incluida la preservación de los negocios de la familia Biden.
· La acumulación de fuerzas militares y armas ofensivas en las fronteras de Rusia bajo control del Pentágono y la OTAN.
· La represión brutal de toda insumisión popular contra los planes de reconquista de EEUU, Canadá y la UI en esa zona; evidenciada en forma superlativa en las masacres ejecutadas en la Región del Donbass contra los pueblo de la repúblicas populares independientes de Donetsk y Lugansk, con un balance de más de 14 mil muertos.
· La inducción del régimen ultraderechista ucraniano -tutelado por EU y UE- a la incorporación de Ucrania a la OTAN y a la aceptación de la instalación de bases militares de la OTAN en su territorio, tal y como han hecho en otros país del Este europeo y de Asia, ex miembros de la URSS.
LA CONTRAPARTIDA RUSA ERA PREVISIBLE.
Los propósitos de tales pasos son inocultables y han provocado reacciones violentas de una superpotencia militar que resistió y torció el curso dependiente que le quisieron imponer a raíz de la desintegración de la URSS y de la restauración capitalista. Algo absolutamente previsible, dado del peso del chauvinismo en esa sociedad.
El nacionalismo gran ruso que encarna el régimen de Putin emergió para detener y vencer la neo-colonización de la Federación Rusa, un viejo sueño del imperialismo occidental; emergió para recuperar el poderío militar y económico de una superpotencia temporalmente debilitada, contener la expansión a su territorio de las transnacionales norteamericanas y europeas, y desarrollar fuerzas propias temidas por sus enemigos occidentales; quienes procuran con la rehabilitación, fortalecimiento y expansión de la OTAN reconquistar terreno perdido.
A la vez los temores del occidente imperialista se potenciaron aun más ante a la emergencia del poderío de China, con vocación de convertirse en la primera superpotencia mundial, y frente al significado de la alianza política chino-soviético en esta fase de crisis múltiple de EEUU y del capitalismo occidental.
Estamos, pues, ante los coletazos y manotazos brutales de un monstruo herido y desesperado, nutrido cada vez más por corrientes y nutrientes neofascistas. Pero indudablemente Putin no es un maíz.
EL CAPÍTULO UCRANIANO DE LA GUERRA GLOBAL Y EL TÉTRICO BALANCE DE LA OTAN.
En Ucrania, previamente a la entrada de las tropas rusas, se puso en marcha un nuevo capítulo, otra expresión, de la guerra global infinita decretada por el Pentágono y el Complejo Industrial Militar y Financiero de EEUU a principio del siglo XXI, precisamente cuando su ilusión de un mundo unipolar bajo su dominio comenzaba a esfumarse.
La OTAN debió dejar de existir cuando se disolvió el Pacto de Varsovia. Su permanencia se debió, primero al interés de garantizar la unipolaridad a favor de EEUU con una Europa subordinada, y ahora al interés de recuperar y reparar su maltrecha hegemonía.
La OTAN ha sido desde entonces una fuerza practicante de la guerra, con una impronta cada vez más criminal y destructiva.
Basta examinar su funesto rol en la era de la guerra global integral desplegada por EEUU y las principales potencias imperialistas en todos los continentes; cínicamente en nombre de la libertad, la democracia, la ayuda humanitaria, el combate al narcotráfico y la paz
Una guerra integral que incluye todas las generaciones e intensidades de la violencia opresora: desde la guerra de primera a la quinta generación, de baja, mediana y alta intensidad y guerras económicas, financieras, mediáticas, químicas, biológicas y cibernéticas…
Identifiquen el balance de esa guerra global multifacética y revisen todos sus episodios desde el momento en que fue decretada por George W. Bush y continuada por Clinton, Obama, Trump y Biden…
Observen las diferentes intervenciones del Pentágono, OTAN, CIA e Israel-EEUU…
…Y podrán contar por millones los muertos y los heridos, calcular los enormes gastos y daños ocasionados a la humanidad, identificar las ominosas destrucciones irreparables de patrimonios culturales de la humanidad, develar horribles procesos de empobrecimientos en las naciones agredidas, determinar los altísimos costos de los bloqueos y embargos instrumentados y los desgarradores sufrimientos provocados…
Pásenle revista a las trágicas agresiones a Palestina, Líbano, Siria, Yemen, Afganistán, ex Yugoslavia-Kosovo, Irak, Libia, Ruanda, Congo, Somalia, Cuba, Venezuela, Bolivia, Haití… háganlo también con las intervenciones militares a países soberanos y con los genocidios, torturas, masacres, intervenciones militares a cargo de regímenes coloniales y neo coloniales, régimenes racistas, xenófobo, patriarcales impuesto o respaldados por la potencias capitalistas de Norteamérica y Europa Occidental integrantes de la OTAN…
Súmenle el costo en vida y sufrimientos generados por la supremacía blanca, el neofascismo, el patriarcado y la xenofobia desplegados desde los Estados, clases dominantes y partidocracia en esos países del mal llamado “mundo civilizado”, “desarrollado” y supuestamente “democrático”; países que cuentan con la protección y el empleo agresivo del archi-criminal brazo armado de la OTAN, dominado por el Pentágono y sus 800 bases militares…
Seguro, que si se hace ese recuento macabro, en la historia de la crueldad de las dominaciones, guerras y opresiones planetarias… no encontrarán nada que le dé por los tobillos al récord de la OTAN, que lleva en su barriga al Pentágono, la CIA y el MOSSAD.
Y no es que no hayan existido -o que no existan- otras civilizaciones y otros tipos de regímenes o sistemas políticos o político-sociales presididos por gobernantes violentos; pero ninguno se asoma a las características de “criminales de guerra” o de “lesa humanidad” que adornan a los que han encabezado –y encabezan- los Estados de la OTAN en esta cruel era neoliberal del capitalismo y esta fase de la agresiva decadencia de la civilización burguesa y el imperialismo gansteril.
Hay, pues, millones de razones para movilizarnos a favor de disolver la OTAN, exigiendo que lo antes posible no haya más OTAN; unas de las garantías fundamentales para el cese de las guerras y de la carrera armamentista que ella auspicia o provoca. Todo esto en ruta hacia una paz segura y estable, y hacia un mundo libre de armas nucleares.
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