Hace seis meses en este mismo espacio publiqué el artículo “La mala suerte del presidente Abinader” citando que lo primero que tuvo que hacer al juramentarse fue adquirir vacunas y solo se conseguían en China pues Estados Unidos había acaparado su producción. También tuvo que prorrogar el estado de sitio establecido por su antecesor lo que le impedía a la gente salir a la calle y mantener y expandir la repartición de comida.
Por fin, cuando ya lucía que había desaparecido la pandemia y se veía luz al final del túnel, el gobierno de Abinader ha tenido que enfrentar las consecuencias económicas de la invasión rusa a Ucrania, pues subieron de forma extraordinaria los precios del petróleo, el carbón y el gas natural. También han subido a niveles muy altos los precios del maíz y el trigo, pues Ucrania es de sus grandes exportadores, aunque se teme que si los rusos toman control de sus puertos en el Mar Negro, como Odesa, no podrá seguir haciéndolo, creando mayor presión aún. También ha subido el precio del trigo y la soya.
En Estados Unidos la inflación está en un 7.92%, su nivel más alto desde los días tristes de la década perdida de América Latina de principios de los años ochenta. Esa inflación también esta alta en Europa. En el nuestro, donde durante varios años se pudo cumplir con el objetivo de una inflación máxima de un 4%, hoy día está en 9.2%. Hace un año los expertos pensaban que el mundo saldría de una recesión pero la semana pasada en el G20 el Fondo Monetario Internacional (FMI) predijo un crecimiento mundial en el 2022 de tan solo un 3.6%, en vez de un 5.9% y de solo un 2.5% para América Latina y el Caribe para el 2022-23. También predice que la inflación en el tercer mundo promediará un 8.7%.
Abinader cuenta con un excelente equipo económico y su vicepresidenta ha encabezado otro buen equipo para enfrentar la pandemia. Lamentablemente ha tenido que ofrecer cargos a miembros del PRM que durante gobiernos anteriores del PRD han evidenciado ser poco competentes y lo siguen siendo.
Abinader debe de publicar datos que evidencien cuánto le cuestan mensualmente los subsidios que ya está otorgando, como es el caso del congelamiento de los precios de venta de los combustibles, la harina y los fertilizantes, expresando ese sacrificio como por ciento de los ingresos tributarios.
Aunque algunos funcionarios optimistas creen que esos enormes recursos que se aplican a subsidios se verán compensados con recaudaciones por encima de los estimados, otros consideran que la única opción, vedada como está por razones políticas una reforma tributaria, radica en un mucho mayor endeudamiento. Otros prevén que los recursos vendrán de un mucho más reducido nivel de inversión pública, lo que empaña la gestión del presidente Abinader.
El PRM, en su anterior versión del PRD, tuvo mala suerte en 1963, 1978, 1982 y 2000, años en que gobernó, por la coincidencia del gobierno de Bosch con la crisis de los misiles y el anti comunismo; el ciclón David y la tormenta Federico cuando Antonio Guzmán; la década perdida latinoamericana cuando Jorge Blanco y el desastre de Baninter cuando gobernó Hipólito Mejía.
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