REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La caravana de miles de migrantes irregulares que recorre México con la intención de llegar a Estados Unidos tomó un descanso este miércoles, a la espera de negociar con autoridades migratorias salvoconductos que les permitan seguir la marcha.
«¡Nos vamos a la frontera norte! Nos vamos con tarjeta (migratoria), sin tarjeta, con autobuses, sin autobuses, como quieran», dijo ante la multitud el activista Luis García Villagrán, del Centro de Dignificación Humana, quien acompaña la movilización.
Los migrantes, mayoritariamente venezolanos, muchos con familias completas, instalaron un improvisado campamento en unas canchas de baloncesto de la comunidad de Huixtla (estado de Chiapas, sur).
Es su primera escala tras 40 km de recorrido desde Tapachula (fronteriza con Guatemala), de donde salieron el pasado lunes.
Esa ciudad se ha convertido en un cuello de botella para las decenas de miles de indocumentados que ingresan desde Centroamérica, pues el Instituto Nacional de Migración (INM) se ha visto rebasado para entregarles visas temporales.
Los migrantes buscan presionar a las autoridades para que les otorguen esos permisos -con un mes de vigencia- y poder recorrer México sin temor a ser deportados.
Según García, los viajeros ya han recibido ofertas del INM para obtener los documentos.
«Les están empezando a dar visas humanitarias», señaló el activista, indicando sin embargo que el proceso avanza lentamente.
Una fuente del INM confirmó a la AFP bajo anonimato, por no estar autorizada a declarar, que han iniciado trámites para entregar permisos migratorios por 30 días.
La multitud, que avanza con sus escasas pertenencias a cuestas huyendo de la pobreza y la violencia en sus países, se moviliza en momentos en que la ciudad estadounidense de Los Ángeles acoge la Cumbre de Las Américas, que tiene entre su agenda el problema migratorio.
Interrogado este miércoles sobre los cerca de 30,000 militares y guardias nacionales que según oenegés y fuentes oficiales están desplegados en las fronteras norte y sur para controlar los flujos migratorios, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que es «normal» y que «no hay un plan especial» en estos momentos.
López Obrador agregó que se reunirá con su canciller Marcelo Ebrard, luego de que regrese de la cumbre «para analizar el asunto migratorio».
El mandatario de izquierda declinó participar en la cita regional en rechazo a la exclusión de los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela y en cambio envió a su máximo diplomático.
El martes, Estados Unidos anunció nuevos compromisos de inversión privada por casi 2.000 millones de dólares en Centroamérica para frenar la migración irregular, tema central de la cita.
En la caravana viajan unas 11,000 personas, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (ombudsman). Entre ellas destaca un grupo de unos 70 discapacitados.
Apoyado en muletas tras perder una pierna en un accidente de tránsito, el venezolano Julio Andrade, de 43 años, sueña con llegar a Estados Unidos.
«Por un futuro mejor, porque la situación en mi país está muy fea, no hay empleo, seguridad ni medicinas. Tengo mucha fuerza para seguir porque la discapacidad no impide nada. Todo está en la mente», aseguró a la AFP.
Los venezolanos marcan el ritmo, a veces entonando su himno nacional, o con Villagrán lanzando ironías sobre el presidente Nicolás Maduro, que son celebradas con bullas y silbidos.
Viajan con la expectativa de recibir un trato especial de Estados Unidos, que desconoce a Maduro como gobernante, aunque algunas medidas que ha anunciado Washington solo benefician a quienes ya se encuentran en territorio estadounidense.
«No nos queremos quedar aquí (…), estamos de paso. Entonces no entendemos por qué (…) aquí se pone tan duro», dijo la venezolana Gleidys, de 29 años, sobre las restricciones del gobierno mexicano.
Según la agencia de la ONU para los refugiados, más de seis millones de venezolanos han salido de su país, sumido en una profunda crisis económica y política.
Las caravanas de migrantes que recorrieron México en 2018 y 2019 provocaron fuertes tensiones con Estados Unidos, entonces gobernado por el republicano Donald Trump.
Desde entonces, México ha reforzado sus controles en la frontera sur y en 2021.
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