La Paz.- ¿Quién dio la orden de matar al guerrillero argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara? o ¿quiénes fueron los que alertaron de su presencia en Bolivia? son algunas de las dudas que aún permanecen cuando se cumplen 25 años del hallazgo de sus restos en Bolivia, una tarea facilitada en ese momento por un Gobierno considerado de «derecha».
La búsqueda se activó en noviembre de 1995 luego de las declaraciones del militar Mario Vargas Salinas, un exalto mando de las Fuerzas Armadas de Bolivia, que dijo saber la ubicación de los restos del Che, asesinado 28 años antes.
El Gobierno dictó ese mismo mes un decreto que creó una comisión para la búsqueda sobre la base de la información de que el cuerpo estaba en una fosa común ubicada en la pista de aviación de Vallegrande, una población situada a unos 240 kilómetros al suroeste de Santa Cruz, en la región oriental del país.
Un gobierno de «derecha»
Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997), del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), asumió la Presidencia del país y en su posesión estuvo presente el entonces presidente y líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, algo que se cree pudo incidir en el hallazgo de los restos del Che.
El MNR fue el artífice de la Revolución Nacional de 1952, una de las más importantes de América Latina, pero para la década de 1990 ya había adoptado un giro ideológico abrazando la economía de libre mercado con la mira puesta en la venta de las principales empresas estatales.
«Qué hace un Gobierno que buscaba la capitalización (de derecha) buscando los restos del ‘Che’ Guevara, en el fondo no lo era, aseguró Ernesto Machicao, quien fue ministro y diplomático durante aquel Gobierno.
Machicao afirmó que en el MNR «había mucha gente que creía en la Revolución Cubana», cuya «línea y opinión contaba en las decisiones», además, que «el presidente también era una persona que tenía una amistad profunda» con gente de izquierda, y que por eso «no hubo resistencia» para activar la búsqueda de los restos del Che.
Sánchez de Lozada «tuvo una gran sintonía con Fidel Castro», «que no era ideológica», sino de «colaboración institucional», dijo a Efe el periodista Juan Carlos Salazar, que realizó la cobertura de la guerrilla y décadas después informó desde Cuba de la llegada de los restos del «Che» a La Habana.
El hallazgo
La misión de búsqueda duró casi dos años con la asistencia en distintos momentos de expertos cubanos, argentinos y bolivianos, y avanzó a pesar de los tropiezos que provocaron algunas versiones falsas o contradictorias.
El hallazgo se produjo en una fosa en la que se encontraron siete cuerpos, entre ellos el del «Che», en los primeros días de julio de 1997, un mes del cambio de Gobierno en Bolivia, luego de la victoria de la Acción Democrática Nacionalista (ADN), del dictador Hugo Banzer (1971-1978).
La identificación de los restos del «Che» fue por sus rasgos morfológicos como la forma de su frente y la ausencia de un molar a lo que se sumó la falta de la parte de los dos miembros superiores, ya que después de su ejecución le habían cortado las manos.
Diez años después, los estudios que se efectuaron en Cuba determinaron que los restos realmente pertenecían al revolucionario.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email