La “quinta columna” es aquel elemento infiltrado en el gobierno que mantiene mayor lealtad hacia adversarios abiertos o encubiertos, al acecho para herir con su traición. ¿Duda alguien su existencia, especialmente en el sector eléctrico estatal?
La política, ciencia o arte del gobierno que procura el bien común con imperio de la ley, obliga a la auto preservación, imposible sin popularidad y capacidad para que otros hagan según uno quiera. Eso es poder. En sociedades maleadas por institucionalidad anémica, graves desigualdades socioeconómicas, corrupción rampante en asuntos públicos y privados, o descomposición moral, el buen gobierno debe tomar incómodas decisiones necesarias o imprescindibles.
En el sector eléctrico, una sucesión de hechos (flagrantes conflictos de interés, intrigas para revertir licitación encargada a César Sánchez, intento felizmente fallido de fideicomiso ilegal e impreciso, duplicación de nómina, equipos dañados gravemente por impericia, ataques vergonzosos a colegas del gabinete eléctrico que poseen autonomía legal y confianza presidencial) apunta hacia una quinta columna digna del Guinness. La regeneración moral que Abinader lidera con gran apoyo no merece esa traición.
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