Si hay dos instituciones no autónomas del Estado por las cuales deberíamos luchar a brazo partido para que no desaparezcan son el Seguro Nacional de Salud (Senasa) y el Instituto de Defensa al Consumidor (Pro Consumidor).
Hay sectores neoliberales, con representantes en el Gobierno que, sin embargo, no duermen planificando su desaparición. Y esto es un crimen en contra de los empobrecidos de este país, que son la mitad de 9 millones de habitantes, y casi la otra mitad. Aquí todo es una bendita componenda en desmedro de la mayoría.
No quieren a Senasa porque en él están muchos asegurados y aseguradas que quieren tener en sus carpetas las ARS (Aseguradoras de Riesgos de Salud). No lo quieren porque en él debería estar asegurada toda la empleomanía del sector público, y no está porque las ARS se oponen pese a una disposición de la Suprema Corte de Justicia.
Los servicios de las ARS son empero una lotería. Y no una lotería transparente. Si fuera por la imagen que tienen entre los usuarios, hace rato que debieron repensarse o, en cambio, desaparecer. Son un dolor de cabeza. Más del 90 por ciento –y soy conservador— en la práctica incumple sus promesas escritas pues apenas garantiza atenciones mediocres. Es que fueron creadas al garete por mucha gente que gusta hacer negocios aunque sea con la salud de la gente.
La calidad de los resultados de esas empresas privadas es tan deficiente y atenta tanto contra la salud y los bolsillos de los clientes, que no deberían estar fuera ni un minuto de la mira cuestionadora de medios y opinantes, si en verdad estuvieran identificados con los pendejos de la sociedad. Resulta que no es así; todo allí parece que es hermoso, paradisíaco, transparente. Solo algunas voces de súbito truenan por algún engaño en cualquier clínica del país.
Con este escenario, el recurrente anuncio de quiebra del seguro estatal deviene, quizá indirectamente, además de extravagante, en encubridor y conspirativo. Un crimen. Una traición a la sociedad. Porque al enlodar al estatal, de manera implícita venden al privado pese a que es peor.
Porque el trabajo de esta institución jamás debería medirse con un rasero economicista, cuando está en juego una gran población de menesterosos que de otra manera no tendría acceso a servicios de salud de calidad. Senasa no es una empresa privada que anda timando a enfermos para enriquecerse. Por eso, por lo menos a mí no me sorprende que tenga desbalances económicos o financieros. Tampoco me dolería que sus déficits hayan aumentado durante el período electoral, si no es por robo, porque al final los beneficiarios y beneficiarias de esa actividad clientelar habría sido una franja de los desheredados de la fortuna a quienes apenas en campaña toman en cuenta.
Es paradójico que algunos opinantes que denuncian “el apocalipsis” en Senasa, callen de manera irresponsable los subsidios multimillonarios a la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales para que nos mate a apagones. Hipocresía a la máxima potencia porque así como no está quebrada la CDEEE, gracias a Papá Leonel, asimismo no está quebrado Senasa. Eso pienso, salvo que el mandatario auspicie a los neoliberales.
El mismo caso lo tenemos con Pro Consumidor. A veces pienso que tiene el enemigo dentro de casa (del Gobierno). Y eso es una vergüenza. Esa institución es uno de los logros de la gestión del Presidente Fernández. El Gobierno entero, toda la sociedad deberían empoderarse con esa institución. Late en la parte oficial una mezcla de celos y mezquindades; en la población, una falta de conciencia que aterra. Mas, consumidores y consumidoras somos seres indefensos porque aquí nos engañan a cada paso y la ley corre con don dinero. Así que quien no cuente con ese señor, no vale un comino. De ahí que el trabajo de la entidad estatal tenga que ser valorado y respaldado todo el tiempo aunque jamás sin ausencia de la crítica social.
A dos semanas de su retirada, el Presidente tiene el desafío de cubrir cualquier vacío económico en Senasa. Será un espaldarazo a una institución que, como Pro Consumidor y dos o tres más, con su trabajo sistemático contribuyó a la imagen positiva del Gobierno.
Entretanto, atentos y atentas para que la propaganda de descrédito no haga sucumbir un logro de todos y todas.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email