Un titular sobre una mamá “soltera y sin trabajo” suscitó un debate en mi tertulia digital. “¿Cuál es el problema?”, brincó uno.
Varían las inferencias de que equis porcentaje de partos sea de menores o madres sin pareja, distinto a casadas o con marido. El concepto de familia ha cambiado. Si para bien o mal, es una opinión. Prefiero métricas socioeconómicas demostrables.
En países con data confiable, los hijos de madres sin pareja tienen muchísimas más posibilidades de padecer violencia doméstica, consumo de drogas a temprana edad o problemas judiciales. También tienen más hermanos que en familias con ambos padres presentes. Y alcanzan menos formación escolar o universitaria, con más probabilidad de seguir siendo pobres y reproducir su modelo.
Hay madres y padres ejemplares sin pareja, pero invocarlo es apenas anecdótico. Las estadísticas o métricas socioeconómicas y sus consecuencias son mejor base que las emociones o preferencias particulares para debatir el tema. Cual sea cada creencia sobre cómo criar hijos o constituir familias con hogar, los resultados de distintos modelos están sobradamente documentados.
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