Por Venecia Joaquin
Como en otras ocasiones, he viajado, en pleno invierno, a Europa para compartir las navidades con familiares cercanos y muy queridos. Llegué a Alemania donde recibí el nuevo año, 2023; luego me desplazaré a otras naciones de este continente.
La navidad es una etapa hermosa, de mágicos encantos, que mueve sentimientos, dinamiza el amor, enciende la chispa de la alegría, pero también sumerge en recuerdos, que a veces son fuentes de tristezas, de melancolía. Cada nación, familia, individuo, tiene formas diferentes de celebrarla acorde a su cultura, religión, clima, etc.
Las navidades en Alemania dan pinceladas de lo que acontece en naciones donde el frio del invierno se siente con intensidad; la blanca nieve cae por doquier, arropando árboles, viviendas, vehículos, calles, etc.; la población está recogida en sus hogares y los pocos transeúntes andan super abrigados con gorros y guantes. El silencio habla; la brisa fría, mueve y pone a cantar los árboles, envía mensajes. Entrar a un lugar con calefacción, hace frotar las manos y pone a respirar profundo; hace pensar que hay escenarios diferentes y que, en todos, de una u otra forma, podemos vivir en paz. Los conciertos en vivo y transmitidos por TV, tocan el alma.
En mi pais, estamos siempre en primavera o verano, con un sol ardiente; vestimos ropa ligera para resistir el calor, aun en invierno; es muy raro el frio en algunos lugares y anunciamos la llegada de las navidades, poniendo “árboles de navidad” , adornando las casas, balcones y calles, con luces de colores; con música por alto parlantes y fuegos artificiales, como lluvia de luces en el escenario.
Indiscutiblemente, no importa el continente donde este, la señal de la navidad es universal: habla de amor, unión y paz; pasarla donde hace frio, con nieve, en ambiente silencioso, como vivirla donde hace calor y el sol ilumina, ambos ambientes climáticos, conducen a buscar el YO interior, evaluar nuestras vidas, principios, actitudes, acciones, para corregir lo que está mal y fortalecer lo bueno, para evocar a Dios , el Todopoderoso, y pedirle ¡con fe! bendiciones para las familias y el mundo. Es normal que suceda, festejamos el nacimiento de Jesus, el hijo de Dios, enviado para salvar la humanidad; su presencia fluye en el ambiente; se pone de
manifiesto cuando le damos prioridad a dar amor, compartir y ayudar los más necesitados, que a poseer y exhibir bienes materiales.
La navidad es una temporada de reflexión profunda, donde no importa donde este, ni la posición económica que tenga, ni la creencia religiosa, buscamos la forma de reunirnos, compartir, amar, comprender, perdonar, ¡de fortalecer el espíritu!; es un evocar a Dios con las acciones, consciente o inconscientemente, y darle gracias por lo que nos ha dado; es pedirle que nos conduzca por mejores caminos y que lluevan bendiciones en las familias, en la humanidad. La navidad es, indiscutiblemente, para agradecer al Todopoderoso lo recibido y pedirle paz, amor y sobre todo luces, para ayudar los demás.
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