La lápida de Marx tiene tallada la manida frase “proletarios del mundo, ¡uníos!”, triste consigna instando a los trabajadores a derrocar al capitalismo. La cooperación internacional de los izquierdistas más radicales procura instaurar una dictadura del proletariado, como en Cuba, Nicaragua o Venezuela.
Hace mucho que el languideciente y sexagenario régimen cubano olvidó su costoso sueño de exportar su revolución. Pero en Caracas, cuyo aparato de inteligencia y seguridad del Estado es supervisado por castristas, la renaciente prosperidad del gobierno por su arreglo con Washington para venderle petróleo está insuflando aires de renovación internacionalista.
En ese contexto es llamativo que el oficial Partido Socialista Unido de Venezuela y el Movimiento Izquierda Unida dominicano hayan firmado ayer “un acuerdo de cooperación para formar militantes e intercambio de experiencias, fortalecer los vínculos de acercamiento y hacernos cada vez más fuertes. Es la izquierda unida alrededor del mundo”, dijo Diosdado Cabello.
Usar a Santo Domingo para invertir dinero en subvertir nuestro orden público y sistema democrático me parece un peligro. El epitafio de Marx merece seguir siendo sólo eso.
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