En la vida todo comienza y termina, el día se despide y da paso a la noche, las semanas, los meses, los años, siempre hay inicios y finales, la vida cambia, las personas, las circunstancias. Pudiéramos decir que el cambio y la evolución es la esencia de la naturaleza y de lo humano y qué bueno que sea así pues esto nos lleva al aprendizaje constante, al reto, al esfuerzo y al desarrollo de nuevas destrezas. Pero muchas veces en el área de las relaciones nos negamos a aceptar esta cualidad de lo inherentemente humano, muchas veces despedir personas, terminar relaciones, finalizar procesos, nos cuesta mucho. Y es posible que esta dificultad este vinculada a nuestra historia y a la mochila emocional que nos legaron nuestros padres. El no haber sido amados, validados, tomados en cuenta, aceptados, muchas veces nos dificulta desprendernos de relaciones en las que alguna vez recibimos o creímos recibir esto tan anhelado. A veces de manera enfermiza nos aferramos a relaciones tóxicas que nos hacen dependientes y en el camino nos perdemos de nosotros mismos, nos negociamos y obviamente cuando esto ocurre es más difícil continuar sin esa persona a nuestro lado. Cada experiencia es particular, pero hay aspectos generales que pudiéramos abordar para manejar estas situaciones provocando el menor sufrimiento a nosotros y a los otros:
1- Sé que es difícil, pero lo primero es aceptar que terminó y que el otro o la otra tiene el derecho a decir “no quiero más estar aquí”
2- El que todavía ames a la otra persona no es razón para continuar la relación, el otro o la otra tiene también que querer continuar, pues las relaciones solo se sostienen cuando ambas personas desean estar en pareja.
3- Si amas a una persona y ella no te ama a ti o no te conviene la relación, piensa que es como una droga que quieres dejar de consumir, la quieres, la deseas, tu organismo se resiste, hace una crisis, pero igual no la puedes consumir pues has decidido desintoxicarte. Es difícil, pero cada día que puedas no llamar, no buscar y aceptar, será un día de recuperación y de libertad que al final te hará más fuerte.
4- Hacer esto sin acompañarte de alguien, amistad, grupo, sistema de apoyo o terapeuta es imposible, usa los recursos a tu alcance, busca con quien hablar, recibir afecto y el proceso será menos difícil. Si te quedas solo/a, iras de manera automática a los brazos de la relación de la cual estas intentando salir.
5- Cuando estas cosas ocurren en nuestra vida es el momento de mirarnos y preguntarnos, ¿qué pasa conmigo que me regalo, que me negocio, que acepto migajas de amor? Posiblemente es el momento de mirarte sin culparte y comenzar a trabajar esa historia que te hace resistirte o conformarte con lo mínimo.
6- Recuperar la autoestima, la seguridad, la misericordia por ti mismo/a sin buscar culpables, es el camino a la sanación y eso se hace enfocándote en ti sin distraerte en el otro o la otra. Tener la valentía de crecer, morir y volver a vivir es esencialmente humano y digno, de manera que no te avergüences de haber amado, solo aprende la lección que esta circunstancia te deja y prepárate para recupérate a ti, amarte y dar la bienvenida a otro amor en tu vida.
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