Si es cierto que la Corporación de Electricidad tiene una deuda sin precedentes en su historia (US$900 MM), como ha denunciado su nuevo vicepresidente ejecutivo Rubén Bichara, alguien de la anterior administración, motu proprio, debería correr solito a declarar ante el flamante Departamento de Prevención de la Corrupción, si no a encarcelarse a Najayo o a La Victoria. Porque la contundencia de esa denuncia no se resuelve con una reacción cursi más orientada a resguardar la reputación mediática de algún personaje.
Cerca de 36 mil millones de pesos en deudas a generadores privados y otros es demasiado dinero del erario; por tanto, no clarificar su uso es un descaro y un abuso en contra de una nación que lo único que recibe como “servicio eléctrico” es apagones, daños a electrodomésticos, pérdidas de vidas y viviendas por altos voltajes y una indiferencia olímpica de los ejecutivos de la institución estatal.
Pese a ese sombrío panorama, el saliente administrador, empresario Celso Marranzini, durante la entrega del cargo, se ufanó de resaltar que le deja al nuevo Gobierno presidido por Danilo Medina una empresa lista para terminar con los apagones, y no conforme con ello afirmó que ha dejado un fondo por 500 millones de dólares y deudas por solo 200, de acuerdo a una nota de Noticiassin.com.
Dos versiones contradictorias. Parece que alguien miente al país, y debería pagar por ello.
En lo que buscan la verdad de la escandalosa denuncia, valga decir que si el éxito de una administración se mide por los resultados, entonces la saliente ha fracasado, y de malas maneras.
Sus tres Edes (Norte, Sur y Este), dirigidas por “genios” extranjeros sobrepagados en dólares, han sido un gran fiasco, un desorden, un desastre. Lo único que estas hacen bien es facturar electricidad no servida y cobrarla de manera compulsiva, sin la mínima consideración para los consumidores. Esa es, por lo menos, la percepción que domina, que yo corroboro, porque, como usuario, he sido víctima no solo de los daños sino también de la falta de atención al cliente con alguna dosis de calidad.
Después de tantos años de manejo alegre de esta megaempresa estatal, un aprendizaje debe de quedar, sin embargo, a los recién llegados: no funciona el abusar de la ignorancia del pueblo en temas eléctricos. La gente no sabe, y quizás ni le interesa, cómo funciona la estructura administrativa de la CDEEE; ni de compra de energía al sector privado, ni de redes de transmisión, ni de distribución, ni de kilovatios, ni de medidores análogos ni digitales, ni de los títulos rimbombantes de los ingenieros.
A los dominicanos y dominicanas solo les interesa electricidad para poder sobrevivir a estos tiempos. Y apenas la tienen de mala calidad, con pésima atención al cliente: desde las oficinas hasta los famosos contratistas.
¿O no es así?
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email