Trump es el más controvertido y controversial presidente de Estados Unidos de la era moderna y posiblemente de los dos siglos y medio de esa república. Su locura de negar que perdió las elecciones de 2020 ha llevado a su país al borde de una insurrección por parte de sus seguidores de extrema derecha.
Este martes será la primera vez que a un expresidente estadounidense se le tomen las huellas digitales y se fotografíe en una estación de policía o despacho de fiscal para procesar su acusación formal por un gran jurado que –similar a la instrucción en nuestro derecho— tras evaluar los méritos de una acusación penal determinó que merece ser juzgado. El caso es sobre su pago ilegal a una actriz que dice que sostuvo relaciones sexuales con Trump y luego fue sobornada en 2016 para evitar un escándalo preelectoral.
La fortaleza del sistema judicial estadounidense es un ejemplo alentador para países donde procesar a políticos es difícil; el ejemplo incluye que de la fiscalía no ha salido ninguna filtración que afecte la presunción de inocencia de Trump. ¡Ay Berenice; ay Camacho!
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