Quizás lo más triste del estado del mundo, con tantas tensiones geopolíticas y económicas, es que se debe más al fracaso político gringo, con su extrema polarización partidista y falsa moralidad, que al éxito de sus adversarios antidemocráticos. No es sólo cómo China y Rusia le sacan la lengua al tío Sam, sino que su liderazgo mundial es rehén de sus rencillas internas.
El ejemplo más cercano somos nosotros mismos y Haití, ambos incomprendidos y maltratados porque más vale defender voticos en Florida que imponer la sanidad moral. Ayer una turba mató, quemándolos, a 14 bandoleros en Puerto Príncipe. Minutos después, bandas armadas atacaron una base de fuerzas especiales de la Policía haitiana en Champs-de-Mars, pleno centro de esa capital. Sigue la disolución de la civilización en el territorio vecino.
El día anterior, Canadá advirtió a sus turistas tomar precaución ante posibles disturbios aquí, no sólo por la huelga en el Cibao. Nuestras Fuerzas Armadas están acuarteladas desde el domingo. Ojalá que la liberación de Haití del dominio de delincuentes y criminales esté cerca…
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