Tokio.- Un nuevo terremoto de magnitud 5,8 sacudió nuevamente este viernes la prefectura de Ishikawa, al oeste de Japón, horas más tarde de que un seísmo de 6,5 en la misma zona dejara un muerto y una docena de heridos.
El seísmo tuvo lugar a las 21:58 hora local (12:12 GMT) con epicentro en Noto, una península situada al norte de Ishikawa, y a una profundidad de unos 10 kilómetros, según informó la Agencia Meteorológica de Japón, que no emitió alerta de tsunami.
El seísmo alcanzó el nivel 5 en la escala japonesa de 7 niveles, centrada en medir la agitación sobre la superficie y los daños, en las prefecturas más próximas al epicentro.
El temblor se produjo horas después de que otro terremoto de magnitud 6,5 sacudiera esta prefectura con el mismo epicentro a las 14:42 hora local (05:42 GMT) y a una profundidad de unos 12 kilómetros.
La agencia informó inicialmente de que el terremoto había tenido una magnitud de 6,3, pero luego lo revisó a 6,5 y también dijo que se había originado a una profundidad de 10 kilómetros que luego actualizó a 12.
Otra actividad sísmica de magnitud 4 se observó en la ciudad de Nagaoka, en la prefectura de Niigata (costa oeste), y de magnitud 3 se pudo sentir en Tohoku (norte).
Un hombre de 65 años murió al caer de una escalera en la ciudad de Suzu (Ishikawa) y cerca de doce personas sufrieron heridas leves en toda la prefectura, según las autoridades.
El terremoto provocó también la suspensión de las líneas ferroviarias en esa zona del país, incluido el shinkansen (tren bala) de Hokuriku, que atraviesa el país y conecta con Tokio, según señalaron las compañías operadoras.
Una docena de trenes bala sufrieron retrasos de más de dos horas, lo que habría afectado a unas 8.000 personas, coincidiendo con una semana de vacaciones en el país asiático conocida como Golden Week (semana dorada).
Las autoridades señalaron que no se había detectado ninguna anomalía en la planta nuclear de Shika, situada en la prefectura de Ishikawa, ni en la de Kashiwazaki-Kariwa, en la cercana prefectura de Niigata.
Japón se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego, una de las zonas sísmicas más activas del mundo, y sufre terremotos con relativa frecuencia, por lo que sus infraestructuras están especialmente diseñadas para aguantar los temblores.
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