I.- Lo que nos traen y dejan los inmigrantes haitianos
1.- Los nacionales haitianos que llegan a la República Dominicana, a trabajar como inmigrantes, por el desarrollo desigual de ambos países, lo único que hacen es aportar, contribuir para el bien de nuestro pueblo. Ellos dan lo mejor de sí para proporcionarnos progreso.
2.- El inmigrante haitiano, con la venta de su fuerza de trabajo al patrono dominicano, hace posible, no solo el avance material y espiritual de nuestra sociedad, sino que también sus descendientes se convierten en continuadores del adelanto nacional.
3.- Basta con señalar el contentamiento que traen a cada compatriota, los éxitos alcanzados por dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana. Ellos nos hacen sentir grandiosos, sobresalientes en lo relacionado con los deportes y la deportividad.
4.- Todo dominicano sensible, libre de odio, rencores y resentimientos, manifiesta intensa emoción cuando en una competencia internacional hace acto de presencia una de esas radiantes dominicanas con sangre haitiana.
5.- Nuestros compatriotas, que con dignidad y mucho orgullo son de origen haitiano, deben mantenerse firmes, convencidos de que sus triunfos hacen a su patria gloriosa, y complacerse de llevar la sangre de sus antepasados quienes dieron los mejores años de su vida al trabajo, que es lo único que hace digna a la especie humana.
6.- Marileidy Paulino, Fiordaliza Cofil, Marysabel Senyu, Antonio Tornal, Luis y Bernardo Pie y Domingo Germán, entre otros deportistas dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana, deben sentirse sobresalientes como personas que han puesto a su país grandioso, brillante y lleno de esplendor.
7.- Nuestros medallistas descendientes de haitianos, son nuestros deportistas que en el béisbol, atletismo o como en otras actividades deportivas, nos llenan de gozo; estar a gusto; como las propias rosas. Ellos son los que, como país, nos traen deleite y motivan aplaudirles por sus logros.
8.- La presencia de un descendiente haitiano en República Dominicana, es la fiel y positiva expresión del fenómeno migratorio que, históricamente, ha llevado al país receptor energía, la cual, con el transcurrir de los años, se convierte en impulso para buenas transformaciones y el desarrollo humano nativo.
9.- Cualquier análisis desapasionado que se haga, nos lleva a la firme convicción de que los dominicanos descendientes de haitianos, en todo lo relacionado con los deportes, mujeres y hombres, nos han elevado, enaltecido.
10.- Luego de alcanzar sus merecidos triunfos, aquellos que nos elevan por ser victoriosos, no deben prestar atención a liliputienses que, con su mente también enana, no tienen la sensatez para reconocer la grandiosidad.
11.- Los dominicanos con sangre haitiana, tan nuestros como la güira, la tambora, el acordeón y el plátano, cada vez que salen exitosos en sus diferentes disciplinas deportivas, merecen sinceros reconocimientos, muchos homenajes, porque simbolizan, personifican la superación dentro de la adversidad.
II.- Los dominicanos, de ascendencia haitiana, engrandecen a su patria
12.- El momento es para dar palmadas en señal de alegría; la ocasión es para felicitar, vitorear y en todo caso ovacionar a los que han ganado medallas y a los que, en general, compiten siendo dominicanas y dominicanos con sangre haitiana y nos ponen a ver en lo más alto nuestra bandera y a oír nuestro glorioso himno nacional.
13.- ¡Carajo!, dejémonos de pamplinas, lo que hay que hacer es sentirse contento, encantado cada vez que una morena, un negro, o un compatriota cualquiera, pone por lo alto a este país.
14.- Los jóvenes dominicanos que con mucho decoro llevan sangre haitiana, son ejemplos de laboriosidad y perseverancia. Ellos no deben apartar su imaginación, jamás distraerse de la disciplina que habitualmente practican para orgullo del país que les vio nacer y admira de todo corazón.
15.- Cada día y con más fe, las dominicanas y los dominicanos de estirpe haitiana, en la actividad que ejecutan en el orden deportivo, deben seguir siendo personas de bien, ante el descarrío que se observa en el seno del orden social dominicano.
16.- Por último, a Marileidy Paulino, la estrella que más despide rayos de luz, la que hoy más brilla en los 400 metros de cualquier pista de atletismo del planeta tierra, de la manera más respetuosa le digo que haga caso omiso a los racistas; no preste atención a los resentidos; no tomar en cuenta a los que, en general, odian a los negros y, en particular, a los haitianos pobres; hacer oídos sordos a los descalificadores; no escuchar pendejadas, en fin, desatender a los cizañeros que se oponen a la fraternidad que debe existir entre los pueblos de Haití y la República Dominicana.
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