Eran los días iniciales del mes de junio del año 2015 de la Era Cristiana, y estaba en un pequeño y acogedor restaurante situado en la conocida Via Borgo Pio de Roma, Italia, en las proximidades al Estado de la Ciudad del Vaticano.
Un poco distantes de mí se encontraban sentados unos obispos vestidos con ropa ordinaria de gente no religiosa. Escribo ordinaria porque la vestimenta incluía jeans.
Hablaban español y sus expresiones en voz alta me permitieron percatarme de su acento caribeño, si bien no eran ciudadanos de la República Dominicana a pesar de que en un momento uno de los temas que tocaron fue el de la Arquidiócesis de Santo Domingo.
La Chismografía en la Iglesia Católica:
Uno de estos prelados extranjeros comentó que había recibido la versión de que el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez había perdido el control de la zona pastoral a su cargo, esto es, de la Arquidiócesis de Santo Domingo.
Para mí resultaba muy extraño que estos obispos extranjeros trataran temas de la Iglesia católica en nuestro país de una manera tan superficial cuando ya había acumulado seis años de experiencias como embajador en Roma y estaba informado adecuadamente de lo que podría suceder muy importante que fuese para bien o para mal en la organización religiosa.
El día 28 del mes anterior, mayo del 2015, el Papa Francisco había recibido la visita ad limina de los obispos pertenecientes a la Conferencia del Episcopado Dominicano y cuya principal autoridad era entonces el Cardenal López Rodríguez.
De todas maneras, el tema que trataron estos obispos no dominicanos los tomé como los califica Papa Francisco desde el comienzo de su Magisterio: chismografía que daña a la Iglesia junto a otros males: clericalismo, corrupción y carrerismo. Las famosas tres C que tanto Francisco combate.
En ese mismo mes de mayo 2015 una alta autoridad de la Santa Sede había visitado la Arquidiócesis de Santo Domingo y al retornar a Roma comentó que había visto pocas Arquidiócesis tan bien organizadas y disciplinadas como la que estaba bajo la dirección del Cardenal López Rodríguez.
Aquí en el País en Estos Días:
Recientemente en la Iglesia católica dominicana se han producido renuncias y movimientos que han producido diversas especulaciones.
La Iglesia tiene una cabeza que es el Papa y es quien la dirige con el respaldo de una organización jerárquica que ha evolucionado durante siglos y se rige conforme al Derecho Canónico.
La especulación que aparece o se manifiesta en los medios y redes sociales sobre el actual proceso de cambio en los estamentos católicos criollos pudiera ser expresión de libertades o de democracia, o de confusión, o de “percepción”, como se acostumbra decir en este “cambio de época”.
Ahora, lo que no se dice ni se repite sin temor a un reproche o a una cortada de ojos es que a la Iglesia en la República Dominicana le falta una cabeza con la autoridad que tuvo el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.
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