La amistad entre las mujeres se suele dar como debe ser, una necesidad psicológica que nos hace vivir el mundo emocional en compañía. Desde pequeñas somos compañeras de juego, compartimos historias, tareas y tristezas.
En la adolescencia nos hacemos confidentes, compartimos ansiedades frente a la primera cita amorosa, con paciencia disfrutamos el desfile de 7 alternativas de ropa para escoger la que mejor va en una salida con el chico idealizado.
Antes las novelas y ahora las series de TV son compartidas, contadas y casi vividas como parte de la propia vida. Hoy en día ya se comparten las incidencias en el desarrollo y la vida sexual, el primer beso y la primera, segunda y todas las relaciones sexuales contadas con lujo de detalles, desde lo físico hasta lo profundamente emocional.
En la juventud las salidas, las complicidades, la colaboración en momentos difíciles, la compañía para amanecer trabajando en un proyecto, no importando si es común o no. La alegría por el primer trabajo, un viaje, la graduación, el primer sueldo, el cambio de novio, la despedida de soltera, el inicio del matrimonio o la vida en pareja.
La amiga, esa misma amiga que tuvo la vivencia antes descrita y que en inicio de la relación fue integrada y aceptada, comienza a sentir que ya no hay tiempo, que hay mucha ocupación, que “fulano” no quiere o no puede o ya llegó.
Luego que el mismo “fulano” tiene un temperamento fuerte o “es muy absorbente y me quiere sólo para él” o “es muy familiar y la mayoría del tiempo libre la pasamos con su familia”. Comienza la distancia y sin ambas saberlo es posible que tenga un nombre, VIOLENCIA.
Comienza el duelo por la pérdida, la amiga en pareja se va quedando sola pues él, verbalizado o no, la aleja de sus amigas como estrategia de control para mantener el silencio de lo que está pasando. Ella por la vergüenza de que su amiga sepa lo que vive, la culpa por no serle fiel a su amiga y a su pareja y el miedo por lo que le pueda pasar, sólo acepta y se va quedando sola, sin esa amiga y sin ninguna más.
Esto la enfoca sólo en su vida de pareja y de familia volviéndola más vulnerable. Su rostro y alegría por la vida cambian, pero nadie está cerca para verlo y hacérselo saber. Dejó de hacer las cosas que disfruta, perdió destrezas y talentos que tenía, pero nadie que la conoce bien está cerca para ayudarla a defenderlo y volver a sacar su propia esencia. La familia de ella, si el permite que alguna cercanía, la ve diferente, pero como tiene pareja e hijos, se supone que está bien y es feliz.
Hoy quiero hablarle a la amiga, quiero decirle que sé que fue doloroso y que talvez se sintió desplazada por la pareja de su amiga. Que no fue lo que acordaron y que posiblemente se quedó esperando esas veladas planeadas en la casa nueva de su amiga donde ahora si tendrían libertad, pues era la casa de su amiga que ella misma ayudó a decorar y hasta a escoger parte del mobiliario.
La violencia existe y hace esto, aleja de los seres queridos y sobre todo de las amigas con fuerza, valentía y que dicen lo que piensan.
Si estas preocupada por ella, cita a tu amiga en un lugar donde ella se sienta segura, y habla claramente de tu amistad, recuerda los pactos que hicieron y que están todavía vigentes a pesar del tiempo.
Mira sus ojos, intenta que te mire de frente y trata de encontrar felicidad en su mirada, esto cuando lo estamos viviendo es difícil de ocultar, la violencia también.
Observa su manera de sonreír, si ya no puede hacerlo a carcajadas o sencillamente hace una mueca como sonrisa.
Observa si esta asustadiza, si mira hacia la puerta del lugar, si no logra relajarse, olvidarse del mundo y disfrutar el momento como antes.
Obsérvala y dile lo que ves, pues ella no lo está mirando o no esta lista para verlo. Díselo con amor e invítala a mirarse en un espejo al llegar a su casa y a encontrar en esa imagen a la mujer que ella es, pero que la violencia ha ocultado.
Si habla de su pareja con miedo, si es su único tema de conversación, si dice “es bueno….pero”, pregunta por el “pero”, no lo supongas.
Si alguien te ha dicho que tu amiga vive violencia, no se lo digas, pues se dispara la vergüenza, sólo dile que tú sabes que estas cosas ocurren, que la violencia existe y provoca dolor. Dile que tu amor es incondicional, que estás para lo que ella te necesite, que te puede llamar a cualquier hora, que no vas a volver a salir de su vida.
No la juzgues, cuando las mujeres viven violencia pueden hacer cosas descabelladas, ilógicas y hasta “inmorales” o que atenten contra su propia seguridad, ella sólo está atrapada en el miedo, la vergüenza y la culpa, sin saber qué hacer ni cómo salir.
No condiciones tu apoyo a que ella deje a su pareja, todo lo contrario estarás con ella, con él o sin él, la solidaridad y el amor de una amistad no pone condiciones.
No la obligues a denunciarlo, sólo dale la información y acompáñala a buscar ayuda psicológica, asiste con ella a la cita y luego cuando esté lista para el proceso legal, también acompáñala.
Es posible que tú seas la única persona en la que ella pueda confiar para decirle lo que le ocurre y más aún, tal vez su única tabla de salvación, busca información sobre cómo dar apoyo, busca organizaciones, dale opciones, alternativas de vida y de cambio.
¡La violencia no puede contra la verdadera amistad entre dos mujeres!
Twitter: @solangealvara2
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