Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco consideró hoy que «hacer justicia es siempre un acto de caridad» y que «se necesita valentía» para llegar a la verdad, incluso cuando «las conductas especialmente graves y escandalosas tienen lugar en el ámbito de la comunidad cristiana» , con motivo de la inauguración del año judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano.
«Se necesita valentía para ir hasta el fondo en la determinación rigurosa de la verdad, recordando que hacer justicia es siempre un acto de caridad, una ocasión de corrección fraterna que quiere ayudar al otro a reconocer su error», apuntó en su discurso, que fue leído por un colaborador debido a la «bronquitis» que padece.
En su opinión, «esto es especialmente cierto cuando surgen y deben sancionarse las conductas especialmente graves y escandalosas cuando tienen lugar en el ámbito de la comunidad cristiana».
El papa quiso destacar la importancia de «la valentía», que » desorienta a los corruptos y los pone, por así decirlo, en un rincón, porque tienen el corazón cerrado y endurecido»
«Incluso en las sociedades bien organizadas, bien reguladas y apoyadas por las instituciones, sigue siendo necesaria para afrontar las diversas situaciones, con discernimiento y con confianza en el Señor», añadió.
Y en ese contexto, destacó que «hay que tener valor cuando uno se dedica a garantizar el desarrollo justo de los procesos y son objeto de críticas», ante las cuales «la mejor respuesta es el silencio laborioso y la seriedad del compromiso en el trabajo».
Pues ellos «permiten a nuestros Tribunales administrar la justicia con autoridad e imparcialidad, garantizando el debido proceso, respetando las peculiaridades del ordenamiento vaticano».
«Se necesita valor, finalmente, para implorar en la oración que la luz del Espíritu Santo ilumine siempre el discernimiento necesario para llegar a un veredicto justo», continuó.
«También en este contexto quisiera recordar que el discernimiento se hace ‘de rodillas’, implorando el don del Espíritu Santo, para poder llegar a decisiones que vayan en la dirección del bien de las personas y de toda la comunidad eclesial», anotó.
Y recordó que «administrar justicia no es sólo una necesidad temporal. La virtud cardinal de la justicia, en efecto, ilumina y sintetiza la finalidad misma del poder judicial propio de cada Estado, para cultivar la cual es esencial ante todo el compromiso personal, generoso y responsable de cuantos investidos de la función jurisdiccional».
«Queridos magistrados del Tribunal y de la Oficina del Fiscal, os deseo que en vuestro servicio a la justicia, mantengais siempre, junto con la prudencia, la valentía cristiana. Ruego al Señor para que fortalezca en vosotros esta virtud», concluyó el discurso del pontífice.
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