SANTO DOMINGO. No hace mucho tiempo, antes de la contaminación del medioambiente por los vehículos y a los gases emitidos por la actividad industrial, los dominicanos esperaban el mes de mayo por dos razones importantes: el fin de la temporada de sequía y para beber o bañarse en las primeras aguas de mayo.
Mayo es, antes del cambio climático, el mes que daba inicio a la estación lluviosa y antesala de la temporada ciclónica. Un alivio para el productor agropecuario que puede abastecerse y pensar en que prontamente los campos volverán a producir.
En la República Dominicana estaba arraigado bañarse en las primeras aguas de mayo para limpiar cualquier enfermedad en la piel, o simplemente para la buena suerte. En los campos se acumula el agua para beberse como remedio. A esto se le llama el desembuche.
El desembuche no era más que beber agua para curar los males estomacales.
Cuenta la folklorista Xiomarita Pérez en una de sus columnas Folkloreando, que «para los dominicanos que creen en esta tradición, la lluvia de mayo es usada para rejuvenecer, atender problemas estomacales y hasta de limpiadora de «ñáñaras» en el cuerpo. Por tal razón, se tiende a recogerla con las manos y posteriormente lavarse la cara, además, al tomarla las personas consideraban que se protegían de las enfermedades por un tiempo».
¿Aún se puede beber agua de lluvia?
A pesar de que el agua de lluvia es pura en su origen, organismos internacionales advierten que la contaminación del medioambiente ha hecho que el agua de lluvia no sea considerada potable.
En los últimos años, se ha reducido el umbral de sustancias químicas por los que el agua es considerada no potable –en concreto, los compuestos polifluoroalquilados y perfluoroalquilados o PFAS–.
Explica la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos que las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) son un grupo de agentes químicos que incluye PFOA, PFOS, GenX, y muchos otros agentes químicos.
Las PFAS se han fabricado y utilizado en una variedad de industrias en todo el mundo, como los Estados Unidos desde la década de 1940. De estos agentes químicos, el PFOA y el PFOS han sido los más producidos y estudiados. Ambos son sumamente persistentes en el medio ambiente y en el cuerpo humano; es decir que no se degradan y pueden acumularse con el paso del tiempo. Existe evidencia de que la exposición a las PFAS puede causar efectos perjudiciales a la salud humana.
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