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Julio Martínez Pozo.

Julio Martínez Pozo.

Lo que no me ha gustado nunca es la proyección de Juan Pablo Duarte versus un pueblo de estúpidos incapaces de aquilatar la dimensión de su obra, y que se tilde traidora la visión de los que percibían que la separación de Haití, sin el endoso de algún protectorado representaba una quimera.

Los partidarios de la separación pura y simple empezaron a beber el trago amargo de su ingenuidad desde antes de atreverse a proclamar la República, porque habían alentado el movimiento que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer, entendiendo que sus sucesores iban a ser solidarios o cuando menos indulgentes con el proyecto de la independencia dominicana, pero más valía un malo conocido, porque el general Charles Herald, no fue que vino a darle un consejo a los muchachos, antiguos aliados, para que desistieran de la idea por la que trabajaban, sino que se presentó en persona para tratar de capturarlos y con su fusilamiento producir un escarmiento, suerte que Duarte lo supo y se colocó a buen resguardo, hasta que logró embarcarse al exilio junto con Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro Pina, el 2 de agosto de 1843, razón por la que no está en el país la noche gloriosa del golpe de estado del 27 de Febrero de 1844.

Otro perseguido, al que incluso se le había dado por muerto, debido al padecimiento de una enfermedad, llevó  hasta el fin el ideal de proclamar una república independiente y soberana: Francisco del Rosario Sánchez, pero esta vez, la ira de los aliados haitianos con los que habían contado los trinitarios fue mayor, y se nos emplazó a retirar la proclama o a ser castigados con los rigores de una nueva invasión, que la materializaron pocas semanas después, permitiendo que el coraje, la audacia y la determinación del pueblo dominicano escribieran las epopeyas del 19 y del 30 de Marzo.

Santana derrota a los haitianos en Azua, y produce un repliegue estratégico hacia Baní, pero deja el camino protegido con Antonio Duvergé en la enredaderas del Número, la Junta Central Gubernativa no entiende eso, y designa al padre de la Patria que ha regresado al país y ha sido reconocido como general, para que se coloque por encima de Santana, decisión que en el plano militar era absurda, por lo que se regresa y luego parte en campaña hacia el Cibao.

El 9 de junio de 1844, se va a producir otro grave error: un golpe de estado que tiene la finalidad de proclamar a Duarte como presidente de la República, pero el sector que lo auspicia no tiene ni la base política ni la estructura militar para sustentarlo, y deviene en un rotundo fracaso que le abre a un hombre que todos usaban como un patán, las puertas del poder absoluto, y no barajó el pleito, creía don Tomás Bobadilla que la espada de la independencia se movilizaba de Baní a Santo Domingo a devolverle lo que le habían arrebatado los trinitarios, y a lo que vino Santana fue a tomarlo para él.

La noche que se proclamó la primera República, contados hasta los cangrejos que a veces han votado, no habían en todo el territorio 125 mil dominicanos, mientras que los haitianos eran más de 800 mil, es decir que dos y dos eran cuatro, que el sol sale todos los días, y este país volvería a los dominios de Haití, eso alimentó la anexión.

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