El estímulo a la creación de nuevas plazas de trabajo formales es una de las acciones de Gobierno que mayores beneficios proporciona a la nación. La perogrullada es bueno repetirla porque existe una desfasada visión de la legislación laboral como una camisa de fuerza que los sindicatos imponen a los empleadores para defender sus derechos. Luce haber consenso tripartito para apoyar la reforma del presidente Abinader al Código Laboral, la Ley 16-92, en cuya discusión participé hace mas de 30 años. Igual que aquella vez, el punto más difícil de acordar y aprobar en el Congreso es la protección de la cesantía al terminar un contrato de trabajo. Sin eliminar ningún derecho adquirido, lo mejor para modernizar la legislación es un solape gradual hacia el seguro por desempleo como parte de la seguridad social. El teletrabajo, las licencias por paternidad, la difícil regulación para trabajadores domésticos, son todos temas relevantes. Pero el objetivo debe ser facilitar la creación de empleos formales, el mejor estímulo para generar mayor riqueza, estabilidad y crecimiento. Ese sería un gran éxito del presidente en su afán reformador y merece apoyo.
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