El ex-presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva está de visita en nuestro país. Es una visita que distingue la nación y a todos los que seguimos a este líder que supo demostrar que un presidente puede trabajar con decoro y dignidad para servirle a su nación, para enfrentar la pobreza y para alcanzar el desarrollo.
Lula es sinónimo de buen presidente y de un mandatario que se preocupó por el bienestar de su población. Un hombre perseverante que supo esperar paciente su oportunidad para dirigir una de las importantes economías latinoamericanas y convertirla en un modelo mundial de desarrollo.
Cuando Lula llegó al poder después de cuatro intentos fallidos demostró con creces su estatura de estadista. Lo primero que hizo fue montar en un avión a todo su gabinete y llevarlo a una de las zonas más pobres de Brasil pues quería que sus ministros vieran que esa pobreza era real y se comprometieran a enfrentarla.
Y los resultados fueron grandes: en sus ocho años de gobierno 40 millones de pobres brasileños pasaron a ser clase media, a tener ingreso y tener capacidad de consumir. Desde que llegó al gobierno Lula lanzó su grito de combate claro y preciso: “Los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de ser pobres”. Y actuó consecuente con esa consigna.
En sus primeros cinco años elevó el salario mínimo en un 62% a pesar de que muchos economistas le decían que eso le iba a provocar un proceso inflacionario. Pero la inflación no se disparó y por el contrario logró aumentar siete veces el consumo sobretodo de los sectores populares.
Una de las claves de los éxitos de Lula fue bancarizar la población pobre a través de varios programas sociales de ayuda directa a los más necesitados.
La Bolsa familia, la bolsa educativa, y muchos programas sociales le llevaban ingresos directos a los más pobres a través de una tarjeta donde podían ir al banco y sacar su dinero sin que nadie le pusiera trabas o quisiera usarlo políticamente.
Ante las críticas a esas acciones Lula responde lo siguiente: “Me decían que estaba desperdiciando el dinero, que estaba creando vagabundos que no trabajaban. Eso es fácil decirlo para alguien que los tiene, pero no para los que nunca lo han tenido. Quienes nunca ha pasado hambre ni necesidades no saben que son 80 dólares en manos de una madre de familia”.
Con esas acciones Lula logró reducir la desnutrición en un 73% y la mortalidad infantil en un 45%. Lula hizo un gobierno para incluir y no para excluir. Generó millones de empleos a todos los niveles y le dedicó grandes cantidades de recursos a la educación.
Durante su mandato se crearon 214 escuelas nuevas y 14 universidades federales. Fortaleció y apoyo las micro, pequeñas y medianas empresas, apoyo la agricultura familiar y cooperativa, distribuyo grandes cantidades de alimentos para los pobres y logró que los programas sociales les compraran los productos a los pequeños productores locales para garantizar su crecimiento y prosperidad.
Lula es un ejemplo de presidente justo, preocupado por su pueblo y digno de ser emulado por todos los gobernantes de América y del mundo.
Euri Cabral
Es Economista y Comunicador
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