REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Eugenio Rodríguez no es solo un maquillador; es un artista que ha sabido llevar su pasión desde las calles de La Habana Vieja hasta los estudios más exclusivos de Miami. Su historia no es la típica de un ascenso fácil al éxito. Es la historia de un joven cubano que llegó a Estados Unidos con su madre en 2017, sin promesas ni redes de apoyo, solo con el deseo de hacer algo grande con su talento.
«Traje mis raíces conmigo y eso me dio la fuerza para seguir adelante», cuenta Eugenio. Es un recordatorio de que nuestra identidad, esa mezcla única de experiencias y cultura, puede ser nuestra mayor fortaleza. Como muchos inmigrantes, Eugenio tuvo que abrirse paso en un mundo completamente nuevo, desde el idioma hasta las costumbres. No había tiempo para dudas; tenía que hacer que las cosas sucedieran. Empezó como estudiante en la «Beauty School of America», donde se destacó rápidamente, no solo por su técnica sino por su habilidad para conectar con la gente. Y esa es una de las claves de su éxito: la conexión genuina. En la cultura latina, las relaciones son fundamentales, y Eugenio entendió eso desde el principio.
La oportunidad de su vida llegó cuando fue contratado por Chanel. Trabajar para una de las marcas de lujo más reconocidas del mundo le abrió las puertas a un nuevo nivel de la industria. «Maquillar no es solo poner productos en la cara de alguien; es una experiencia. Es conocer a la persona, entender su historia y hacer que se sienta como la mejor versión de sí misma», dice Eugenio. Esa capacidad de entender al cliente a un nivel más profundo es lo que lo diferencia. Pero Eugenio no se quedó ahí. Sabía que tenía que construir su propio camino. Con lo aprendido en Chanel, no solo perfeccionó su técnica sino que también entendió la importancia del marketing y el posicionamiento.
«El mercado latino es único. Tenemos una energía y una autenticidad que no se pueden encontraren ningún otro lado. Hay que saber aprovechar eso», comenta. Y lo ha hecho: desde su estudio en Miami, ha trabajado con algunas de las figuras más influyentes del mundo latino, ayudándoles a destacar en una industria donde la imagen lo es todo. Para Eugenio, el maquillaje es mucho más que belleza superficial. Es una forma de arte, una herramienta poderosa para contar historias y celebrar la diversidad.
«Cada país de América Latina tiene su propio estilo, sus colores, su manera de ver la belleza. Es increíble poder trabajar con eso, abrazar esas diferencias y crear algo que realmente resuene con quien tienes enfrente», reflexiona. Su enfoque personalizado, basado en la identidad cultural de cada cliente, ha sido clave para destacarse en un mercado tan competitivo. Siempre atento a las nuevas tendencias, Eugenio ha sabido cómo adaptarse y mantenerse relevante. Un ejemplo es el auge del maquillaje masculino en América Latina. «Cada vez más hombres están descubriendo el maquillaje como una forma de expresión personal, y eso está cambiando las reglas del juego», dice con entusiasmo. Su enfoque inclusivo y su habilidad para reinventarse le
han permitido capturar la atención de una audiencia diversa y mantenerse en la cima. A los jóvenes que buscan seguir sus pasos, Eugenio les dice que no dejen quelas circunstancias los limiten. «El camino es duro, pero si tienes algo único que ofrecer y sabes conectar con la gente, las oportunidades llegan. Hay que estar preparados para aprovecharlas», afirma. Su historia es un testimonio de que, con pasión y perseverancia, se puede triunfar en cualquier parte del mundo. Hoy en día, Eugenio Rodríguez sigue construyendo su nombre y representando la belleza latina, no solo en Miami sino en toda América Latina. Su objetivo es claro: elevar la percepción del talento latino a nivel mundial. «Estoy orgulloso de ser latino. Nuestra cultura tiene un poder increíble, y cada vez que alguien de nuestra comunidad triunfa, es una victoria para todos nosotros», concluye con orgullo
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