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Los demás

Enfoque

Ojalá logremos cambiar la egoísta actitud de buscar que la carga sea solo para los demás por el sano propósito de comprender que por el bien de los demás, todos debemos asumir una carga más equitativa y proporcional a nuestras posibilidades, lo que al final deberá redundar en el bienestar de todos.

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Las autoridades hicieron lo que tenían que hacer, presentaron su propuesta de reforma fiscal integral, ese concepto abstracto que durante años el liderazgo empresarial y la sociedad civil reclamó como indispensable, que se convirtió en un mandato legal con la aprobación de la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo,  y que ahora se presenta la ocasión de saber si lo que se reclamaba era sincero, si lo que se presentó como propuesta califica como tal, y si el sálvese quien pueda vencerá al hagamos lo necesario por el bien de todos.

Lo primero que hay que admitir es que presentar una propuesta de reforma fiscal es un acto de responsabilidad de parte de las actuales autoridades, y una demostración de compromiso con el país y de valentía para asumir las consecuencias.  Aunque la oposición criticó que se introdujera una reforma a la Constitución para establecer una cláusula pétrea en relación con la posibilidad de una sola reelección señalándola de innecesaria, y que teniendo una reforma fiscal pendiente era una pérdida de tiempo embarcarse en la primera, lo cierto es que la primera era la causa eficiente de la segunda, pues ningún presidente que contemple reelegirse se embarcaría en una reforma como esta y menos en estos tiempos de redes.

Aunque muchos han opinado que primero debió convocarse a todos los sectores, y escuchar sus posiciones es innegable que los representantes de los sectores económicos sí se reunieron con las autoridades separadamente, les expusieron el por qué entendían no debían ser afectados ni ver desmontadas sus exenciones.  Ahora bien, sería iluso pensar que era una posibilidad real sentar a todos los sectores en una misma mesa y esperar que saliera humo blanco de la misma para poder presentar la reforma, pues incluso para estos ha sido siempre imposible lograr un consenso al respecto, y en lo único que están todos de acuerdo es en que la reforma es necesaria pero que no debe tocarles.

Ahora es el momento de que las autoridades tengan la apertura que han verbalizado tendrán para escuchar las críticas y sugerencias, para que expliquen e intenten convencer a la población de que esta reforma no solo representa más carga para esta, y que la misma será equitativa y traerá beneficios ciertos, y para que tengan  la sabiduría para separar los comentarios interesados que solo buscan su propio beneficio o el de quienes pagan su opinión, de los constructivos que señalan justificados errores, y fundamentadas propuestas de modificaciones a su estructura con la intención de mejorarla, y sobre todo de hacerla más equitativa. 

Los líderes de la oposición, sobre todo aquellos que aprobaron del 2004 al 2012 múltiples leyes impositivas, y otras tantas reformas administrativas como la de la facturación electrónica, y que durante la campaña electoral admitieron la necesidad de realizar una reforma fiscal integral, harían mal en limitarse a criticar para intentar conseguir capital político simulando defender al pueblo, cuando lo que deberían es contribuir a que la reforma que ellos no se atrevieron a hacer por la ambición de mantener el poder sea realmente la que corresponda, para que en nuestro país haya mejores servicios públicos para beneficio de todos, pero sobre todo de los que menos pueden, lo que aquí y en todas partes solo se consigue con mayores ingresos tributarios, menos evasión y menos corrupción.

Nadie quiere pagar más impuestos, pero todos queremos mejores servicios públicos, y aunque es justificado el recelo de que el Estado haga un buen manejo de los ingresos tributarios dado su historial, hay que admitir que, con todas las exenciones existentes, las establecidas por ley, y las creadas por la mala práctica como la de las compras por internet, con el bajo nivel de la presión tributaria y la alta evasión y elusión, es imposible un desarrollo sostenible. Ojalá logremos cambiar la egoísta actitud de buscar que la carga sea solo para los demás por el sano propósito de comprender que por el bien de los demás, todos debemos asumir una carga más equitativa y proporcional a nuestras posibilidades, lo que al final deberá redundar en el bienestar de todos.

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