En la Biblia, en el libro de de 1era de Corintios capítulo 13, encontramos una sencilla pero al mismo tiempo una profunda y precisa definición de lo que es y debe ser el amor.
Los versículos del 4 al 8, que son conocidos por mucha gente en el mundo aunque no sean cristianos, dicen de manera precisa lo siguiente: «El amor es paciente, es bondadoso, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no es arrogante, no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido, no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…».
Para muchos cristianos y hasta para personas que no conocen la Biblia, ese texto de 1era de Corintios es un verdadero tratado sobre el amor, es una visión amplia y sincera de ese sentimiento que fue creado por Dios para hacer que los seres humanos puedan tener en ellos una de las principales cualidades de su creador. Y es que, como muy bien dice la primera epístola de Juan en el capítulo 4 versículo 8, «el que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor».
El amor no es un sentimiento, el amor es una decisión. Para que un matrimonio o una relación de noviazgo funcione cada uno de los que participan en ella deben tomar la decisión de amarse por encima de todo. Debemos entender, como muy bien dice mi pastor Raffy Paz, que un matrimonio es una relación de personas imperfectas teniendo como base a Dios, que es perfecto.
Para que en nuestros matrimonios podamos ser pacientes, bondadosos, no ser jactanciosos, no tener envidia, no ser arrogante, para alegrarnos con la verdad, para poder sufrirlo todo, esperarlo todo y soportarlo todo, debemos tomar la decisión amar y tener a Dios como la base de esa decisión. Cuando iniciamos nuestra relación de pareja siempre estamos súper enamorados, todo es muy bueno y parece que los conflictos no vendrán, pero siempre llegan y nos acompañan. La clave está en saber que el «enamoramiento inicial» no es amor.
El verdadero amor se construye día a día, momento a momento, detalle a detalle, segundo a segundo. Por eso el amor es una decisión. Decidimos amar a nuestras esposas sabiendo que ella no es perfecta ni nosotros tampoco. Que ellas tienen muchas virtudes y muchas debilidades igual que nosotros. Y que uno debe ser el complemento y el estímulo del otro para seguir haciendo crecer el amor cada día.
Y esto lo digo por experiencia propia vivida durante 25 años casado con Zinayda Rodríguez, el mejor regalo que me ha dado Dios para que mi vida tenga sentido. Y es que, sólo teniendo a Dios como base de una relación de amor, es posible superar todas las situaciones difíciles y hacer del matrimonio una luna de miel permanente. Teniendo a Dios como guía y soporte «el amor nunca deja de ser».
Euri Cabral
Es Economista y Comunicador
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