A pesar de los esfuerzos del presidente por mantener el barco del Gobierno a flote sin que las ambiciones políticas lo distraigan, el asunto parece indetenible. De hecho, ya hay cizaña interna. Pongan nombre, puede ser hombre o mujer: de uno dicen que ya tiene un comando de campaña listo para zarpar; de otro, que amenaza con saltar del barco del PRM si no lo dejan al timón; hay uno más al que advierten que «no lo apoyarán si lo imponen», y a otro lo acusan de navegar entre popis y la sociedad civil, relegando la tripulación de la base.
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