Eran las 9:00 am ya listos para salir a de Miami Beach a la calle Collins Avenue en cuyas cercanías se encuentra parte de la industria musical de Estados Unidos.
Llegue, me anuncie, y al cabo de diez minutos estaba conversando con un viejo amigo que conozco hace mucho en estos menesteres. Acababa de tener una reunión con el staff de ventas y promoción de la oficina. En la cual se repasa diariamente, el objetivo de ellas que es vender. Ve lo de sus artistas y chequea lo de la competencia.
Después de saludarnos pase a su oficina, me brindo café y de entrada antes de que pudiéramos entablar cualquier conversación me dijo; “Cholo; las cosas en la música están muy mal”-. Oímos cosas, hablamos otras y ya cercano al mediodía me invitó a comer a un excelente restaurant de la zona, China Grill.
De entrada pedimos un trago, que se volvieron dos… Martini con cebollitas y aceitunas. Alrededor de nuestra mesa se encontraban otros disqueros. A quienes conocía. Dos o tres platos de diferentes nombres y sabores exquisitos que degustamos junto a dos martilladas botellas de vino de 600 dólares cada una, en mi vida las había oído mencionar.
Ya eran las 3:30 pm tomamos café expreso y plus café de anís con dos granos de café. Ya pasadas las 4:00 pm fuimos a su oficina y le dijo a su secretaria que pidiera dos taxis, uno para mí y otro para él que estaba muy cansado. Que me pasara cuatros discos de unos artistas de su empresa que habían recién salido. Que él me obsequiaba.
Así se gastan el dinero en la industria del disco. Por cosas como estas ella comenzó a decaer.
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