Por Sandy Cuevas
Santo Domingo.- Mientras un ejército de trabajadores informales realiza diariamente sus labores en las calles Gran Santo Domingo y miles personas invierten hasta dos horas en el transporte, la falta de baños públicos de la metrópoli convierte sus jornadas en un martirio.
El hedor que invade las esquinas y callejones en algunos sectores con alta concentración comercial tiene su origen el uso frecuente que le dan los transeúntes para realizar sus necesidades biológicas.
José Beato quien vende empanadas, en Villa Consuelo, lamenta que las faltas de baños públicos obliga a los transeúntes a aguantarse con el riesgo de provocarse daños a los vías urinarias.
Pero cuando el cuerpo no puede reprimirse, la urgencia obliga a quienes están en la calle evacuar entre matorrales, en callejos y detrás de vehículos.
Los propios comerciantes y empleadas de bancas de apuestas confiesan que con frecuencia deben “hacer sus necesidades dentro de los mismos puestos”, en fundas, en cubetas o en el mejor de los casos pagan entre 10 y 25 pesos en algunas paradas de autobuses.
Incluso quienes utilizan a diario el Metro se quejan porque no tiene acceso a los sanitarios.
Además, dijeron que los indigentes que duermen en las calles también hace sus necesidades fisiológicas en cualquier lugar.
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